Tribuna:A la intemperie

Betagonistas y salbutemoles

La policía requisó esta semana 37 hígados de vaca y 40 teléfonos móviles. Los hígados tenían clenbuterol, y los teléfonos estaban clonados. El clenbuterol es un anabolizante de la familia de las betagonistas (no intente usted entender: limítese a disfrutar de la sonoridad de las palabras y continúe leyendo), entre cuyas drogas sintéticas destacan el salbutamol y el cimaterol. La policía judicial decidió crear esta misma semana una unidad especial contra las drogas de diseño, aunque de momento no van a perseguir a las vacas aficionadas a las betagonistas, sino a los sujetos adictos al ...

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La policía requisó esta semana 37 hígados de vaca y 40 teléfonos móviles. Los hígados tenían clenbuterol, y los teléfonos estaban clonados. El clenbuterol es un anabolizante de la familia de las betagonistas (no intente usted entender: limítese a disfrutar de la sonoridad de las palabras y continúe leyendo), entre cuyas drogas sintéticas destacan el salbutamol y el cimaterol. La policía judicial decidió crear esta misma semana una unidad especial contra las drogas de diseño, aunque de momento no van a perseguir a las vacas aficionadas a las betagonistas, sino a los sujetos adictos al Cásper, una droga sintética también, como el salbutamol, que aumenta el deseo sexual. Qué absurdo, ¿no?, con las complicaciones que genera ese asunto. Parece más lógico lo de las vacas, que toman el clenbuterol para aumentar la masa muscular. Es mejor tener masa muscular que deseo sexual. De hecho, el deseo sexual existe gracias a la masa muscular, o sea, al cuerpo. Sin cuerpo, nos quedaríamos sexualmente en nada.Otros estupefacientes que se han abierto paso estos días en las discotecas madrileñas son el Cat y el GHB (no confundir con el KGB) que, según algunos expertos, podrían producir trastornos psicóticos, cardíacos y de memoria. El clenbuterol es más agradecido: proporciona al usuario del higado infectado temblores, taquicardias, náuseas, cefaleas y vómitos. A mí los temblores y las náuseas me gustan, y los vómitos me vuelven loco, la verdad, así que fui el jueves a una discoteca y le pedí un trozo de hígado a un narcotraficante senegalés.

-¿Hígado? ¿Qué hígado? -preguntó.

- Hígado de ternera tratada con betagonistas.

Se ve que era un camello de tres al cuarto, pues no sabía de qué le hablaba, pero pensé, que yo era un vicioso y me ofreció un móvil clonado. El móvil clonado también está tratado por dentro, o. sea, que le ponen un hígado, o quizá un meato, no sé, idéntico al de otro teléfono en circulación, de forma que las llamadas que usted hace con él desde Madrid se cargan al de un señor de Murcia que no se ha metido nunca con nadie.

El móvil murciano disfruta mucho con las llamadas del madrileño, porque aumentan su masa contable, del mismo modo que el clenbuterol aumenta la masa muscular (no intente usted entenderlo, por favor). Lo malo es que el inalámbrico sometido a un tratamiento de clonación no expulsa la sustancia por la orina, ya que los móviles no orinan, sólo, evacuan, así que la hormona se deposita en la tarjeta de crédito del de Murcia, y cuando le llega la factura resulta que le cuesta un riñón, o un hígado, ahora no caigo, pero es una cosa de vísceras.

Entre tanto, cuatro hombres con metralletas entraron el otro día en un apartamento del Paseo de la Habana y, tras inmovilizar a sus dos ocupantes, abrieron un agujero en el falso techo de la cocina para sacar de sus entrañas unos documentos que no sabemos desde cuándo estaban allí ni de qué trataban, si trataban de algo. Ahora la mayoría de las cosas no tratan de nada: quizá era un techo clonado, o sea, que los documentos habían sido escondidos por unos gánsteres en una cocina de Manhattan, y luego aparecían en una de Madrid, del mismo modo que el importe de la llamada de un móvil clonado de Madrid aparece por arte de magia en el de un móvil de un señor de Murcia.

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Menos mal que han creado una unidad especial de la policía dedicada a la persecución de las drogas de diseño. Seguramente, acabarán con todo esto en un par de días. Yo lo único que temo es que consigan eliminar el narcotráfico de hígados tratados con clenbuterol, pues los vómitos y temblores que más me gustan son los que me producen las betagonistas, no podría vivir sin las betagonistas o los cimateroles. Pero estoy dispuesto a renunciar a mis vicios si esta policía especial acaba con el tráfico de teléfonos móviles, pues está comprobado que producen trastornos psicóticos y delirios de persecución, además de dificultades cardíacas. ¿O era el Cásper el que proporcionaba estos efectos secundarios? Lamento la confusión, pero es que acabo de tomarme un filete de hígado que me ha perturbado la memoria. ¿Qué día es hoy?

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