Tribuna:

A vueltas con el déficit

De los desequilibrios clásicos, el del déficit público es el que más preocupa hoy. Los últimos días han sido pródigos en manifestaciones y conflictos por este asunto, no sólo en la vieja Europa -en la que el porcentaje del déficit sobre el PIB es el criterio más fuerte para formar o no parte de la primera división de la Unión Económica y Monetaria- sino también en Estados Unidos, donde demócratas y republicanos batallan por la forma de reducirlo, aun a costa de haber cerrado parte de la Administración durante varios días por falta de fondos con los que pagar a los funcionarios. El défic...

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De los desequilibrios clásicos, el del déficit público es el que más preocupa hoy. Los últimos días han sido pródigos en manifestaciones y conflictos por este asunto, no sólo en la vieja Europa -en la que el porcentaje del déficit sobre el PIB es el criterio más fuerte para formar o no parte de la primera división de la Unión Económica y Monetaria- sino también en Estados Unidos, donde demócratas y republicanos batallan por la forma de reducirlo, aun a costa de haber cerrado parte de la Administración durante varios días por falta de fondos con los que pagar a los funcionarios. El déficit norteamericano es tan sólo de un 1,9% del PIB, mientras que la media europea es del 4,9%.El pasado martes, el gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, reiteró su confianza en que el Ejecutivo (sea del signo que sea) plantee medidas adicionales de disciplina fiscal para lograr un déficit público del 3%. Ello es imprescindible no sólo para estar en la Unión Económica y Monetaria, sino para que no nos discriminen: "Los mercados seguirán castigando los desequilibrios presupuestarios y los tipos de interés serán más altos en aquellos países que no mantengan la disciplina fiscal".

Sus palabras tenían continuación en el informe de otoño de la Comisión Europea (CE): España no figura hoy por hoy entre los países que cumplirán en 1997 los criterios de convergencia, pero el objetivo está al alcance de la mano. Bruselas asegura que, a poco que aumente el esfuerzo, España puede reducir su déficit público al 3%. En cambio, la CE es pesimista con Italia -país fundandor del mercado común-, Austria, Portugal y Grecia. Este apoyo condicionado de la CE, más las declaraciones del gobernador, han logrado para España un clima de optimismo en las Bolsas y en los mercados de cambio.

Rojo apostó también por la continuidad de esta política económica: es "altísimamente probable" un acuerdo adicional para mantener la disciplina fiscal entre los países que formen la integración. Opinión coincidente con las del ministro alemán Theo Waigel y su homólogo francés Jean Arthuis, en una reunión informal la pasada semana. Arthuis declaró que compartía "la propuesta alemana de un pacto de estabilidad para después de l999" y que el rigor presupuestario era imperativo para que la unión monetaria europea sea una "zona de estabilidad".

Prácticamente deshauciada Italia, y con las incógnitas que competen a España, la gran pregunta es si Francia estará en la primera división de la UEM. La prioridad del segundo Gobierno Juppé no tiene otro signo, pero las resistencias a las limitaciones del Estado del bienestar, en forma de multitudinarias manifestaciones ciudadanas, no se han hecho esperar.

En su libro La borrachera democrática, Alain Minc escribe una carta al presidente francés, en la que le advierte proféticamente: "Si se interesa por el Estado-providencia en el tono altivo que distingue a los arquitectos europeos, hará salir a la calle a millares de manifestantes y, además, tendrá que dar marcha atrás, porque en una sociedad dominada por los medios de comunicación, los poderes públicos no resisten el martilleo constante de las imágenes de las, manifestaciones". Mic se interroga, además, sobre las tripas del Estado del bienestar: "¿Quién paga? ¿Quién manda? ¿Quién se beneficia más? ¿Quién es el contribuyente neto? ¿Hay gente que se aprovecha del sistema? ¿Hay víctimas del sistema?". Responder de modo nítido a estas cuestiones es imprescindible para abordar su reforma.

¿Se acuerdan de cuando hablábamos de la inflación?

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