La pasión por el empleo

La segunda pasión del debate de ayer en Estrasburgo fue el empleo, agarrado como paradigma de acercar la Unión Europea (UE) a las preocupaciones de los ciudadanos. Esta es tarea primordial de la reforma de Maastricht y del apretado calendario de citas hasta final de siglo. "Debemos explicar" este calendario a la ciudadanía para que no desborde a la UE, como ha sucedido en otras ocasiones, dijo González.Todos estuvieron de acuerdo en que la ortodoxia económica y la sanidad de las finanzas públicas la convergencia es requisito del crecimento, económico sostenido y, por tanto, de la creación de e...

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La segunda pasión del debate de ayer en Estrasburgo fue el empleo, agarrado como paradigma de acercar la Unión Europea (UE) a las preocupaciones de los ciudadanos. Esta es tarea primordial de la reforma de Maastricht y del apretado calendario de citas hasta final de siglo. "Debemos explicar" este calendario a la ciudadanía para que no desborde a la UE, como ha sucedido en otras ocasiones, dijo González.Todos estuvieron de acuerdo en que la ortodoxia económica y la sanidad de las finanzas públicas la convergencia es requisito del crecimento, económico sostenido y, por tanto, de la creación de empleo. Pero con ello no hay bastante. "El remedio no podrá ser sólo macroeconómico", reconoció Jacques Santer. "Es condición necesaria, pero no suficiente", abundó Felipe González, quien por vez primera se mojó, proponiendo que "la política específica de empleo deberá tener algún tratamiento en la modificación del Tratado de Maastrich".

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La parlamentaria socialista Pauline Green acusó al Consejo de alabar el Libro Blanco sobre empleo de Jacques Delors, pero "no aplicar" las medidas que propugna, como la financiación de las grandes redes transeuropeas. El popular Wilfried Martens repartió las culpas de "no haber controlado el paro", entre la Unión y los Estados miembros. Y la verde Claudia Roth pidió "cambios estructurales en el modelo de desarrollo económico". El asunto irá a la cumbre de Madrid.

La polémica de la moneda única también planeó sobre el hemiciclo. Santer se entregó al "pacto de estabilidad" para continuar la convergencia después de la unificación monetaria propuesto por el ministro alemán de finanzas, Theo Waigel. Ya no reivindicó el nombre ecu, y urgió a la cumbre de Madrid a que bautice la nueva divisa "porque no podemos vender un producto cuyo nombre no se sabe".

El Consejo también aprovechó para presionar sobre los parlamentarios a fin de que den su dictamen favorable a la unión aduanera con Turquía. Y les pidió que no rebajen las ayudas financieras previstas para la cuenca sur mediterránea.

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