Crítica:CINE

Leves historias de una familia bien

Después de 14 películas y varias series de televisión sobre argumentos propios dirigidas a lo largo de 25 años, al adaptar la novela El palomo cojo, de Eduardo Mendicutti, Jaime de Armiñán parte por primera vez de una idea ajena. Sin embargo, no tiene que cambiar su registro habitual, dado que esta historia tiene mucho que ver con sus tradicionales narraciones de la burguesía media.Desde el punto de vista de un niño de 10 años, la novela de Mendicutti narra los tres meses de un verano de la posguerra que pasa en la casa de sus abuelos, mientras descubre un nuevo mundo y comienza a despuntar su...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Después de 14 películas y varias series de televisión sobre argumentos propios dirigidas a lo largo de 25 años, al adaptar la novela El palomo cojo, de Eduardo Mendicutti, Jaime de Armiñán parte por primera vez de una idea ajena. Sin embargo, no tiene que cambiar su registro habitual, dado que esta historia tiene mucho que ver con sus tradicionales narraciones de la burguesía media.Desde el punto de vista de un niño de 10 años, la novela de Mendicutti narra los tres meses de un verano de la posguerra que pasa en la casa de sus abuelos, mientras descubre un nuevo mundo y comienza a despuntar su propia sexualidad.

Jaime de Armiñán aplica su larga experiencia a esta difícil tarea y no consigue su propósito. Al prescindir del punto de vista infantil de la narración, tanto los personajes como la leve situación en que se mueven siguen siendo los mismos, pero resultan demasiado elementales.

El palomo cojo

Director y guionista: Jaime de Armiñán. España, 1995. Intérpretes: María Barranco, Francisco Rabal, Carmen Maura, Joaquín Kremel, Valeriano Andrés, Miguel Ángel Muñoz. Estreno en Madrid: Gran Vía, Acteón, Minicines, Albufera.

Frente a estos personajes, que en buena medida han perdido su razón de ser al cobrar vida propia lejos de los ojos infantiles, poco pueden hacer grandes actores como Carmen Maura, Francisco Rabal, Tomás Zori o Ana Torrent, que se limitan a repetir su tipo dentro de su más corto o largo papel. Sólo está bien María Barranco aunque pierde parte de su fuerza al realizar la mayoría de sus escenas con el niño Miguel Ángel Muñoz, que no tiene madera de actor. Excesivamente respetuoso con el original, Jaime de Armiñán mantiene el ritmo lento, aunque cuando al final la historia arranca, consigue el brío que debió tener desde un primer momento.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En