Editorial:

Patada en las narices

NO POR esperada la segunda prueba nuclear francesa en el Pacífico, cinco veces superior a la Hiroshima, ha provocado menos indignación que la primera. La comunidad internacional la interpreta como una "burla", según el primer ministro de Nueva Zelanda. Y es que en las semanas que han mediado entre la explosión en Mururoa del 5 de septiembre y la del pasado domingo en Fangataufa, Francia no ha convencido a nadie sobre el carácter imprescindible de despreciar a la opinión pública del globo.De la reciente visita a España de una misión parlamentaria francesa encargada de explicar las razones de Ch...

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NO POR esperada la segunda prueba nuclear francesa en el Pacífico, cinco veces superior a la Hiroshima, ha provocado menos indignación que la primera. La comunidad internacional la interpreta como una "burla", según el primer ministro de Nueva Zelanda. Y es que en las semanas que han mediado entre la explosión en Mururoa del 5 de septiembre y la del pasado domingo en Fangataufa, Francia no ha convencido a nadie sobre el carácter imprescindible de despreciar a la opinión pública del globo.De la reciente visita a España de una misión parlamentaria francesa encargada de explicar las razones de Chirac sólo ha podido retenerse un argumento: Francia necesita técnicamente realizar esas pruebas para garantizar la fiabilidad de su force de frappe, y necesita esa fiabilidad porque ha sido invadida tres veces en un siglo. Afirmar esto en países vecinos con los que se está construyendo un proyecto común resulta un anacronismo y hasta una provocación y un insulto a los vecinos y aliados. De la poca credibilidad del argumento europeista -la force de frappe puede ser puesta algún día al servicio de la seguridad continental- empleado tardíamente por Chirac ha dado prueba la explosión de Fangataufa. Como ha subrayado con amargura Jacques Santer, presidente de la Comisión Europea, esta prueba se ha realizado sin esperar a los resultados del estudio sobre el impacto medioambiental de la primera puesta en marcha por los especialistas de Bruselas.

Las pruebas francesas han resucitado el temor a una reactivación de la carrera nuclear, que se creía, como mínimo, detenida. El principal argumento francés -la identidad psicológica de seguridad de un país que ha sido invadido- puede ser esgrimido por cualquiera. Los chinos no necesitan pretextos, pero quizás les vengan bien a británicos, rusos y norteamericanos. Ello y la ruptura de la solidaridad occidental son las primeras consecuencias de las pruebas. El tiempo dirá si, además, tienen efectos negativos sobre el medio ambiente.

No son sólo los movimientos ecologistas y pacifistas los que expresan su irritación con Francia. También numerosos Gobiernos, y en primer lugar los amigos de Francia. Estados Unidos le ha exhortado a "abstenerse de nuevas pruebas". Japón ha anunciado que pedirá a la ONU que se prohíban de inmediato en todo el planeta este tipo de experimentos. Chirac debería escuchar a la Comisión Europea, Washington y Tokyo. No "cambiar una coma" del programa de ex plosiones puede ser un error monumental.

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