CRISIS EN EL CÁUCASO

Moscú se debate entre la opción negociadora o la de continuar la guerra

Los dramáticos sucesos de Budiónnovsk han activado simultáneamente las negociaciones y los enfrentamientos bélicos entre los representantes del Estado ruso y los independentistas chechenos. Anoche, cuando el convoy dirigido por el guerrillero Shamil Basáiev enfilaba la ruta de Chechenia era difícil adivinar cuál de estas dos tendencias dispares saldrá triunfante a la larga y si cabe esperar cambios radicales en la política del Kremlin respecto a los rebeldes caucásicos, dispuestos a luchar hasta la muerte por su causa.

Si la odisea concluye con éxito para los supervivientes del asal...

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Los dramáticos sucesos de Budiónnovsk han activado simultáneamente las negociaciones y los enfrentamientos bélicos entre los representantes del Estado ruso y los independentistas chechenos. Anoche, cuando el convoy dirigido por el guerrillero Shamil Basáiev enfilaba la ruta de Chechenia era difícil adivinar cuál de estas dos tendencias dispares saldrá triunfante a la larga y si cabe esperar cambios radicales en la política del Kremlin respecto a los rebeldes caucásicos, dispuestos a luchar hasta la muerte por su causa.

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Si la odisea concluye con éxito para los supervivientes del asalto checheno y el contraasalto ruso al hospital de Budiónnovsk, es previsible que el jefe del Gobierno de Rusia, Víktor Chernomirdin, vea fortalecida su imagen de independencia en relación al presidente Borís Yeltsin con todos las ventajas y problemas que ello puede conllevar. Chernomirdin puede sacar un partido político mucho mayor aún de cara a la opinión pública si, más allá de la crisis de los rehenes, logra encauzar el conflicto con los independentistas caucásicos en una vía pacífica.Los poderes fácticos, que llevan más de seis meses combatiendo en Chechenia sin haber sofocado la resistencia hasta ahora, han acusado a los chechenos de tratar de aprovechar el alto el fuego declarado en la tarde del domingo para reagrupar sus fuerzas. Según fuentes de las tropas guarda fronteras, citadas por la agencia Itar-Tass, un centenar de guerrilleros chechenos intentaron penetrar el domingo en el territorio de Daguestán en las cercanías de la frontera entre Rusia y Azerbaiyán. En combates que duraron hasta la madrugada de ayer, los guerrilleros fueron rechazados con un saldo, de 24 muertos (20 chechenos y 4 guardas de fronteras) y 6 heridos. Según el Ministerio del Interior, unos 40 combatientes del general Dzhojar Dudáiev, el líder secesionista, atacaron un puesto de vigilancia en la estación ferroviaria de Terek en Chechenia y fueron repelidos. El resultado fue de 12 guerrilleros muertos y 2 oficiales del Ministerio del Interior heridos.

En Grozni, la capital chechena, la delegación gubernamental rusa, dirigida por el viceministro de Nacionalidades, Viacheslav Mijaílov, y la delegación chechena, encabezada por el ex fiscal Usmán Imáiev, iniciaron las conversaciones, que habían sido pactadas el día antes entre Chernomirdin y Basáiev. En la sede de la misión de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Grozni, las partes decidieron que tratarán la liberación de los prisioneros y el cese de los actos de terrorismo en posteriores sesiones.

Jornada positiva

El jefe de la delegación de la OSCE, Shandor Mesarosh, calificó de "positiva" la jornada, durante la cual no sólo Arkadi Volski, el subjefe de la delegación rusa, sino también el checheno Imáiev, jefe de la delegación chechena, se comunicaron telefónicamente con Chernomirdin. Imáiev declaró que "hoy se ha comenzado el proceso para acabar las acciones militares en Chechenia". Desde Moscú, Chernomirdin advirtió que la delegación rusa no aceptará compromisos que salgan del marco de la Constitución.Los sucesos de Budiónnovsk ponen de manifiesto otra vez más la chapucera actuación de los órganos de orden público ruso. Analistas rusos señalaban ayer que tras la actuación del fin de semana el peligro más grave para el reforzamiento político de Chernomirdin no viene del Parlamento, que planea un voto de censura al Gobierno mañana, sino de la posibilidad de que Yeltsin pueda sentirse incitado por algunas de las personas de su entorno a demostrar quién manda en Rusia.

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