Manuel Patarroyo anuncia en Madrid otra nueva vacuna contra la malaria

Un método revolucionario permitirá el diseño a medida contra otras enfermedades

Los trabajos de perfeccionamiento de la vacuna contra la malaria que este mismo Manuel Patarroyo donó a la OMS han terminado, anunció ayer el científico colombiano en Madrid. Pero Patarroyo afirma tener resultados muy alentadores en monos con una nueva vacuna, que, aunque basada en la anterior, forma parte de un enfoque inmunológico revolucionario que permitirá diseñar vacunas a medida. El inmunológo fue recibido ayer como una estrella por los estudiantes que abarrotaban el anfiteatro de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.

Patarroyo afirmó tener preparados para su pub...

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Los trabajos de perfeccionamiento de la vacuna contra la malaria que este mismo Manuel Patarroyo donó a la OMS han terminado, anunció ayer el científico colombiano en Madrid. Pero Patarroyo afirma tener resultados muy alentadores en monos con una nueva vacuna, que, aunque basada en la anterior, forma parte de un enfoque inmunológico revolucionario que permitirá diseñar vacunas a medida. El inmunológo fue recibido ayer como una estrella por los estudiantes que abarrotaban el anfiteatro de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.

Patarroyo afirmó tener preparados para su publicación los resultados que indican que la nueva vacuna induce en monos mayor protección frente a la malaria causada por el parásito Plasmodium falciparum, así como otros parecidos sobre vacunas contra la malaria causada por Plasmodium vivax, la tuberculosis y la hepatitis. Lo hizo casi al final de sus dos largas y densas charlas científicas, apenas aligeradas por algunas bromas, que los estudiantes, convocados por el Club de Debate de la universidad, acogieron con entusiasmo. A su término ovacionaron al científico y le pidieron autógrafos.La vacuna original de Patarroyo, la Spf66, ha demostrado tener una eficacia de un 30% en un ensayo clínico realizado en Tanzania (zona de alta transmisión de malaria) y están próximos los resultados de otros en Gambia y Tailandia. La OMS aceptó la donación de la vacuna pero no ha decidido todavía recomendar su uso. Este año empezarán ensayos masivos en vanos países, financiados y organizados por España.

La malaria afecta cada año a unos 300 millones de personas en el mundo y mata a millón y medio.

La trampa de los microbios

En los últimos seis años, Patarroyo y su equipo del Hospital San Juan de Dios han trabajado en perfeccionar la Spf66 y por el camino han descubierto cosas que han cambiado su forma de entender al parásito. Del método de ensayo-error que dio lugar a esta vacuna, hecha por síntesis química en vez de a partir del propio parásito como es lo tradicional, Patarroyo ha pasado a un método que se sigue basando en la síntesis química pero que desautoriza su propio enfoque anterior y el de todos los inmunológos. Ayer afirmó: "Hemos caído en la trampa de los microbios". Su hipótesis es que el parásito presenta al sistema inmune del futuro enfermo una cara que va variando a medida que éste reacciona, lo que impide que se produzca una inmunidad natural contra la malaria. De ahí las recaídas. Y para adherirse a los glóbulos rojos e invadirlos, el parásito utiliza determinadas partes de sus proteínas de membrana que se conservan (no mutan) y que simplemente no son reconocidas como enemigos por el sistema inmune y no dan lugar a anticuerpos. Esto lo ha demostrado, afirma, en ratones, conejos, monos y humanos. "Tratar de hacer vacunas con las regiones, que producen naturalmente más anticuerpos no lleva a nada", señaló a este periódico, "porque el parásito siempre puede presentar otras nuevas".

Una vez convencido de esto, lo que ha hecho Patarroyo es tomar su vacuna original de tres péptidos (cadenas de aminoácidos), y añadirle otros seis procedentes de proteínas de membrana que se descubrieron después. Pero en todos ellos ha identificado los aminoácidos críticos para la adhesión del parásito a los glóbulos rojos y los ha sustituido en parte por otros, de forma que cambie la estructura tridimensional y dejen de ser silentes y se vuelvan visibles para el sistema inmune.

Con este nuevo cóctel de péptidos ha conseguido que el sistema inmune de los monos, reaccione y produzca anticuerpos contra estas regiones conservadas. Y todo ello, afirma, no lo hace ya a ojo, sino con una metodología nueva, una cadencia de cambios, que se puede aplicar, como hacen investigadores de su instituto, a otras enfermedades como la tuberculosis y la hepatitis.

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