Tribuna:GUERRA EN LOS BALCANES

OTAN y demagogia

Cualquier día nos cuenta alguno por aquí que Milosevic y Karadzic son dos agentes del felipismo y sus objetivos reales y perversos se concentran en integrar militarmente a España en la OTAN. La demagogia cañí está desatada de nuevo. Y ahora retorna una cuestión durante muchos años olvidada, como son los términos de la pertenencia de España a la Alianza Atlántica. Aquellos que estuvieron durante décadas denunciando a la OTAN como máxima expresión de la maldad intrínseca del imperialismo habían guardado un discreto y conveniente silencio en los últimos años. Al menos desde que comp...

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Cualquier día nos cuenta alguno por aquí que Milosevic y Karadzic son dos agentes del felipismo y sus objetivos reales y perversos se concentran en integrar militarmente a España en la OTAN. La demagogia cañí está desatada de nuevo. Y ahora retorna una cuestión durante muchos años olvidada, como son los términos de la pertenencia de España a la Alianza Atlántica. Aquellos que estuvieron durante décadas denunciando a la OTAN como máxima expresión de la maldad intrínseca del imperialismo habían guardado un discreto y conveniente silencio en los últimos años. Al menos desde que comprobaron que, nada más recobrar su libertad de elección y soberanía, los países a los que ellos querían salvar de la OTAN no tienen mayor aspiración que la de ingresar en ella.Ahora resulta que la participación de aviones españoles en operaciones de las fuerzas de la OTAN contra objetivos militares de las fuerzas serbias en Bosnia, por mandato expreso e inmediato de la ONU y obedeciendo a varias resoluciones del Consejo de Seguridad, es equiparable a las aventuras militares de Primo de Rivera en Marruecos. Lo que faltaba ya para demostrar que este Gobierno está compuesto por una banda de Mefistófeles era que nos metiera en una guerra.

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Discrepemos. Lo más lamentable de estos ataques aéreos sobre el cuartel general de las fuerzas serbias en Bosnia y guarida de Karadzic -posiblemente el mayor criminal de guerra en activo en Europa desde el fin del nazis-, es que no se produjeran hace tres años. Y en eso sí que tiene parte de culpa el Gobierno español, que ha sido, con los Gobiernos de Francia y el Reino Unido, campeón del appeasement, de la política de aplacar con concesiones a la parte más fuerte en el conflicto y, por tanto, más capaz de molestar a Occidente.

Ahora, la ONU y la OTAN han comprobado que, concesión tras concesión, derrochando comprensión hacia Pale y Belgrado, insistiendo en la equiparación entre los que defienden una sociedad abierta y plural y los que matan por el mito tribal, sólo han logrado estar igual que hace tres años, pero con 200.000 muertos más, mayor radicalización de todas las partes y un desmoronamiento del prestigio de la ONU que ha comenzado a afectar también al de la OTAN. No es precisamente un balance glorioso. Pero además es muy peligroso en este mundo en el que los conflictos se multiplican, muchos de ellos originados por el renacimiento del fanatismo tribal o religioso, del que Karadzic es un perfecto exponente.Y si alguno piensa que el conflicto de Bosnia no nos afecta, por lejano, habrá que recordarle que se están gestando otros mucho más cercanos que sí pueden amenazar seriamente a nuestra seguridad nacional. Y sólo podremos afrontarlos con garantías desde una firme posición como miembro activo de una OTAN con su credibilidad y operatividad intacta.

Se deberían tranquilizar muchos de los que critican la participación de aviones españoles en estas operaciones en Bosnia. Al fin y al cabo no van dirigidas contra camaradas de aparatos militares comunistas de Europa oriental, sino contra el embrión más avanzado de un Estado nazi en la Europa actual. Y el antifascismo es fundamento irrenunciable del orden democrático y la sociedad abierta. Es cierto que la izquierda comunista pasó dos años, después del Pacto Hitler-Stalin y hasta el asalto nazi contra la URSS, en muy amigable relación con el nazismo. Y que ultranacionalistas y comunistas forman hoy alianzas bien avenidas en muchas partes, desde el Parlamento ruso hasta el Gobierno rumano, pasando por Pale. Pero está muy demostrado que donde se impone el mito tribal no hay democracia, ni derechas ni izquierdas, sino racistas sumisos y enemigos. No se puede condenar al fascista en casa y protegerlo fuera. Y no hay mejor razón de empuñar las armas que la defensa del débil, de los derechos de las víctimas y de la sociedad libre que nosotros tenemos la suerte de gozar. Se echa en falta algo más de solidaridad e internacionalismo democrático y menos demagogia aldeana.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
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