Crítica:CINE: 'LAS COSAS DEL QUERER'

"Ni motivo ni porqué"

Hace ahora seis años, el productor Luis Sanz y el director Jaime Chávarri pergeñaron, a partir del rastro biográfico de Miguel de Molina, un filme que resultó no sólo una hábil jugada comercial que el público premió con su apoyo, sino también un filme folclórico-reivindicativo que reverdeció los marchitos laureles de la copla.La segunda parte arranca justamente del final de la primera para contar, otra vez con vagos elementos biográficos, la vida del cantaor en Buenos Aires. Histórico fue, por ejemplo, el embarque de Molina / Mario desde Lisboa; su éxito apoteósico en el Buenos Aires pre-peron...

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Hace ahora seis años, el productor Luis Sanz y el director Jaime Chávarri pergeñaron, a partir del rastro biográfico de Miguel de Molina, un filme que resultó no sólo una hábil jugada comercial que el público premió con su apoyo, sino también un filme folclórico-reivindicativo que reverdeció los marchitos laureles de la copla.La segunda parte arranca justamente del final de la primera para contar, otra vez con vagos elementos biográficos, la vida del cantaor en Buenos Aires. Histórico fue, por ejemplo, el embarque de Molina / Mario desde Lisboa; su éxito apoteósico en el Buenos Aires pre-peronista; sus conflictos de orden público y su expulsión del país, e incluso un oscuro asunto de homosexualidad conocido como el escándalo de los cadetes.

Las cosas del querer, segunda parte

Director: Jaime Chávarri. Guión: Luis Sanz y Antonio Larreta. España-Argentina, 1994. Intérpretes, Ángela Molina, Manuel Bandera, Susu Pecoraro, Dario Grandinetti, Amparo Baró, Antonio Valero. Estreno en Barcelona: cines Astoria, Waldorf.

Todo esto está en el filme, Como tammbién una rápida reducción del triángulo amoroso que era la base de la primera parte y lo cierto es que lo que en el original era una arrebatada historia de amor, se convierte aquí en el débil armazón argumental que soporta una volcánica pasión de Molina y Grandinetti, además de la ocasión para la ejecución ante el público de once coplas y un par de tangos.

Deslabazada y carente de un guión mínimamente resistente, privada además del factor reivindicador de un personaje mal conocido que tanto benefició a la primera parte, esta segunda deja ver con demasiada claridad su. nacimiento como simple operación de rentabilización, económica. Contagiado del aire general del invento, Chávarri no parece esmerarse precisamente en lo que mejor le salió entonces, el mostrar la química y la pasión de una peculiar relación a tres que aquí se ha evaporado casi por completo.

Conviene corregir el rumbo porque, de lo contrario, la tercera parte, que ya se advierte detrás del final, puede resultar aún menos convincente que esta pálida continuación que, por lo que se ha visto, se queda como en la copla: "Sin motivo, ni porqué".

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