La contaminación amenaza al agua que abastece 12 millones de españoles desde pozos subterráneos

El reparto de la gestión del agua entre dos ministerios, Obras Públicas e Industria, ha mantenido en un segundo plano el interés por la que se almacena en el subsuelo, aunque de ella se abastecen 12 millones de habitantes; entre ellos, los de Barcelona y Valencia. Ambos ministerios han elaborado el primer Libro Blanco de las aguas subterráneas, donde se ofrece un inventario delas reservas y su estado de conservación. De las 442 bolsas existentes, 51 están sobreexplotadas y 39 salinizadas. La contaminación afecta gravemente al 28% de la extensión total de los acuíferos españoles.

La mira...

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El reparto de la gestión del agua entre dos ministerios, Obras Públicas e Industria, ha mantenido en un segundo plano el interés por la que se almacena en el subsuelo, aunque de ella se abastecen 12 millones de habitantes; entre ellos, los de Barcelona y Valencia. Ambos ministerios han elaborado el primer Libro Blanco de las aguas subterráneas, donde se ofrece un inventario delas reservas y su estado de conservación. De las 442 bolsas existentes, 51 están sobreexplotadas y 39 salinizadas. La contaminación afecta gravemente al 28% de la extensión total de los acuíferos españoles.

La mirada hacia las aguas subterráneas en España ha venido un poco forzada al descubrirse en las primeras redacciones del Plan Hidrológico que apenas se las tenía en cuenta. Esta desatención tiene su origen en que, hasta la Ley de Aguas (1985), el agua del subsuelo era de dominio privado y su gestión dependía del Ministerio de Industria, mientras en Obras Públicas se habían ocupado siempre de las aguas superficiales.La diferencia cultural de ambos ministerios quedó reflejada en el plan, pese a que la ley convirtió a todas las aguas de dominio público y trasladó su gestión integral al de Obras Públicas. Las quejas de hidrólogos y especialistas en aguas subterráneas por su escasa presencia en el plan ha forzado el entendimiento entre ambos ministerios y la elaboración conjunta del libro de aguas subterráneas.

El documento identifica 442 unidades hidrogeológicas o acuíferos (bolsas) a lo largo de una extensión de 174.745 kilómetros de superficie. Estas bolsas se alimentan de 20.000 hectómetros cúbicos anuales en condiciones meteorológicas normales.

Sobreexplotación

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Hasta la irrupción de la tecnología, que ha permitido la construcción de presas para almacenar el agua, tanto el hombre como los cultivos alejados de los ríos se han suministrado de recursos subterráneos. Ahora la dependencia es menor, pero todavía hay poblaciones que se abastecen de pozos, entre ellas Oviedo, Santander, Burgos Soria, Jaén, Granada, Cádiz: Teruel, Alicante, Valencia, Vitoria, Bilbao, Pamplona, Huesca, Barcelona, Gerona.

Su utilización para el riego no es menor. De los tres millones de hectáreas en regadíos que hay en España, 700.000 se nutren con agua de pozos y 300.000 con aguas mixtas (de superficie y subterránea).

Dice el Libro Blanco que "las posibilidades de incrementar la utilización de las aguas subterráneas no pueden quedar limitadas a las salidas no aprovechadas. En muchos casos, será necesario aumentar los volúmenes de uso directo para atender futuros incrementos de demanda, pero resulta imprescindible el desarrollo y puesta a punto de modelos adecuados".

El problema que aflora al profundizar en su conocimiento es que muchos acuíferos se encuentran en mal estado, cuando no esquilmados. La sobreexplotación ha producido un déficit de 710 hectómetros cúbicos, casi el doble de lo que consume Madrid. Un tercio corresponde al acuífero de La Mancha, donde se dan por desaparecidos desde 1980 los ojos del Guadiana y el nivel de los pozos desciende entre uno y dos metros su nivel cada año.

El Libro Blanco contabiliza 51 acuíferos sobreexplotados en toda España. Los 82 localizados en la costa padecen distintos grados de salinización, debido a que el abuso en las perforaciones ha provocado la intrusión del mar en un 58% de los casos. En cuanto a la contaminación que soportan por el uso de fértilizantes, plaguicidas, actividades ganaderas, industriales y los vertidos urbanos, ha conducido a la degradación de su calidad hasta un punto tal que: el 28% presenta alto riesgo, el 34% riesgo medio y el 38% un riesgo bajo.

En la presentación del libro, el secretario de Estado de Política Territorial y el director del Instituto Tecnológico Geominero expresaron su confianza en que los 16 programas de actuación -presupuestados en 139.000 millones a lo largo de 20 años- sirvan para frenar esta degradación y permitan conocer mejor el agua subterránea y racionalizar su uso.

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