Tribuna:

Así fue y así os parece

Coincidiendo exactamente con la fecha del 175º aniversario de la institución, que abrió sus puertas por primera vez un 19 de noviembre de 1819, el Museo del Prado presenta una amplia muestra monográfica del pintor Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894), del que este año asimismo se celebra el centenario de su muerte. En cualquier caso, esta doble celebración conmemorativa, institucional y personal refuerza además su sentido al haber sido Federico de Madrazo director del Prado durante dos amplios periodos: el primero, entre 1860 y 1868, y el segundo, entre 1881 y 1894, lo que supuso reba...

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Coincidiendo exactamente con la fecha del 175º aniversario de la institución, que abrió sus puertas por primera vez un 19 de noviembre de 1819, el Museo del Prado presenta una amplia muestra monográfica del pintor Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894), del que este año asimismo se celebra el centenario de su muerte. En cualquier caso, esta doble celebración conmemorativa, institucional y personal refuerza además su sentido al haber sido Federico de Madrazo director del Prado durante dos amplios periodos: el primero, entre 1860 y 1868, y el segundo, entre 1881 y 1894, lo que supuso rebasar la veintena de años en el desempeño de tan grave responsibilidad, por no hablar ya de que su padre no sólo le había precedido en el mismo. cargo, sino que también permaneció en él casi otros 20 años.Pero, al margen de lo bien fundada que está la conmemoración de esta acumulación de efemérides, de lo que aquí se trata es de aprovechar la oportunidad brindada para contemplar la obra de Federico de Madrazo como pintor mediante una muestra que ha reunido casi 70 obras, habiendo sido adecentada para la ocasión una buena parte de las mismas, incluidos los marcos. Casi huelga decir que la mayor parte de todos estos cuadros son retratos, que fueron simultáneamente la cara y la cruz de este culto y refinado artista, ya que, por una parte, a través de ellos, Madrazo labró fortuna y prestigio, pero, por otra, le abrumaron y agostaron otras dimensiones de su talento, que se había forjado junto a maestros del porte de Ingres y Overbeck.

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La presente exposición se ha esforzado en sacar a la luz cuanto ha podido de estas otras partes no retratísticas de Federico de Madrazo, incluyendo algunos de sus primeros ejercicios de pintura histórica, alguna composición religiosa y hasta esa Odalisca semidesnuda que pintó, en 1850, con la típica ambientación orientalista; no obstante, su presencia en el conjunto casi pone más en evidencia el obligado carácter de galería de retratos que domina la muestra.

En cierta manera, conduele más al espectador la imposición de una fórmula. en la manera de interpretar el retrato que el hecho del constante retratar en sí, y le conduele porque Federico de Madrazo sí da sobradas muestras de fuerza e imaginación cuando se lo permiten las circunstancias, con ocasión, por ejemplo, de los retratos familiares. En este sentido, es una joya el retrato de la nieta del pintor, María Luisa Fortuny de Madrazo.

De todas formas, también resaltan algunos de los que habitualmente no se pueden contemplar por su procedencia privada, como el muy hermoso de Matilde de Aguilera, pintado en 1883. Más o menos conocidos, esta galería de retratos es el testimonio de lo que fue la clase dirigente española durante el pasado siglo. Así fue y así os parece.

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