Los estudiantes celebran el "fin de la pesadilla"

Se acabó. Los 40.000 alumnos que se examinaron de selectividad durante dos días se despidieron ayer de los campus. Por fin, las caras eran de felicidad. Los nervios de los primeros exámenes estaban olvidados. "Ya ha pasado lo peor", "que sea lo que Dios quiera", se oía decir a los alumnos nada más salir de los dos últimos exámenes (lengua extranjera y filosofía). En unos minutos, el césped se pobló de jóvenes que lanzaban al vuelo los apuntes. "Ahora, a emborracharnos", gritaba un grupo de aspirantes a abogados celebrando el "fin de la pesadilla".

En la Autónoma, unos 50 alumnos se suma...

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Se acabó. Los 40.000 alumnos que se examinaron de selectividad durante dos días se despidieron ayer de los campus. Por fin, las caras eran de felicidad. Los nervios de los primeros exámenes estaban olvidados. "Ya ha pasado lo peor", "que sea lo que Dios quiera", se oía decir a los alumnos nada más salir de los dos últimos exámenes (lengua extranjera y filosofía). En unos minutos, el césped se pobló de jóvenes que lanzaban al vuelo los apuntes. "Ahora, a emborracharnos", gritaba un grupo de aspirantes a abogados celebrando el "fin de la pesadilla".

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En la Autónoma, unos 50 alumnos se sumaron a la fiesta de la Plataforma 50 Años Bastan. Un casete amenizaba la juerga. Un grupo de universitarios servía minis a 300 pesetas (con chorrito, 25 pesetas más); el whisky estaba a 350 pesetas.Pero la mayoría tenía prisa por abandonar Cantoblanco. "Llevamos secuestrados aquí dos días, ya no aguantamos más", explicaba Sara, de 18 años, una futura psicóloga, que se iba de marcha toda la noche. La cita de la mayoría de los estudiantes era en los bares de los aledaños de la plaza de la Moncloa. Allí acudieron también los muchachos de la Complutense, que expresaron su júbilo en los bares y las aceras.

Y para celebración, la de Sara Hidalgo, una aspirante a ingresar en la Universidad Alcalá que cumplía 19 años justo el último día del examen, informa Arantxa García de Sola. Sus compañeros del instituto María Moliner, de Coslada, la esperaron para irse de fiesta.

Un grupo de seis estudiantes del instituto de La Laguna, de Rivas-Vaciamadrid, comentaba que la prueba de inglés tenía un error: que no se deducía del texto la respuesta a una de las cuestiones, y decían que un profesor así lo reconoció.

En la Carlos III (Getafe), informa Víctor Saornil, un grupo de muchachos se iba al bar El Soportal: "Vamos a celebrarlo, pase lo que pase con el examen". Y otros de Fuenlabrada decían: "Después del examen vamos a estudiar tocografía y relaciones púbicas".

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