MÁLAGA

Figuras en ridículo

El festival fue un éxito económico pero artísticamente fue un desastre. Difícilmente se van a volver a reunir seis novillos más chicos, flojos y nobles, para un ramillete de figuras más desganadas y desconfiadas, que hicieron el ridículo.Curro es como el algodón. No engaña ni al mayordomo. Los demás, unos más que otros, mintieron. Mucho traje corto, mucho paso de ballet, pero, también, inhibición, desgana y comodidad para dar y regalar. Parece que este es el sino de las figuras modernas: abusan del pico, citan al hilo del pitón, bailan y no paran, y se muestran incapaces para hilvanar una labo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El festival fue un éxito económico pero artísticamente fue un desastre. Difícilmente se van a volver a reunir seis novillos más chicos, flojos y nobles, para un ramillete de figuras más desganadas y desconfiadas, que hicieron el ridículo.Curro es como el algodón. No engaña ni al mayordomo. Los demás, unos más que otros, mintieron. Mucho traje corto, mucho paso de ballet, pero, también, inhibición, desgana y comodidad para dar y regalar. Parece que este es el sino de las figuras modernas: abusan del pico, citan al hilo del pitón, bailan y no paran, y se muestran incapaces para hilvanar una labor que emocione. Eso fue, al menos, lo que se vio en Málaga: una triste premonición de lo que puede ser la temporada.

Medina / Seis matadores

Novillos de Francisco Medina, chicos, nobles y flojos.Curro Romero: silencio. Ortega Cano: oreja. Paco Ojeda: ovación. Litri: dos orejas. Finito de Córdoba: ovación. Javier Conde: oreja. Plaza de La Malagueta, 20 de febrero. Festival a beneficio de las Hermanitas de los Pobres. Lleno.

Lo mejor del festival, Curro Romero. Y lo mejor de Curro, su aspecto. Acaba de cumplir 60 años y no los aparenta. Enfundado en un traje impecable, resalta, aún más, su porte juvenil y su añeja torería. Curro dio toda una lección de pases por la cara. Le molestó el viento, el novillo no colaboró y todo quedó en un atisbo de esencias.

Terminó Curro y llegó el desastre. Las figuras navegaron como almas en pena. No se puede estar peor. El novillo de Ortega Cano le permitió un toreo que él fue incapaz de interpretar. Pico, mucho pico, desconfianza y rapidez. Le concedieron una oreja, pero se mereció una reprimenda.

A Ojeda se le nota la inactividad. Ha ganado en torpeza. Su novillo derribó al caballo, volteó a un banderillero. Cuando cogió la muleta, Ojeda estaba vencido. En la faena de Litri, carente de reposo, sobresalió la boyantía del animal. Finito de Córdoba estuvo frío y sin sitio. El novillero Javier Conde ya no es el que quiso ser. Ahora se detiene en la suficiencia, las posturas y la altanería. De toreo, poco.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En