CLÁSICA

La pianista Maria Joao Pires clausura el X Festival de Canarias

Tras un mes de apretadas y brillantísimas actividades, el X Festival de Canarias quedó clausurado por el arte excepcional de la pianista lisboeta María Joao Pires. A través de su sonido y su juego excepcionales, Pires nos llevó desde el romanticismo mesurado de Grieg, hasta la suma de los preludios chopinianos, pasando por la Sonata en si bemol, de Mozart.En manos de María Joao, la música del salzburgués parece recobrar su origen, estrenar su verdad y su tersa emoción. Como referencia, bastaría evocar el Andante, centro neurálgico del lirismo, la serenidad y la vaga melancolía de...

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Tras un mes de apretadas y brillantísimas actividades, el X Festival de Canarias quedó clausurado por el arte excepcional de la pianista lisboeta María Joao Pires. A través de su sonido y su juego excepcionales, Pires nos llevó desde el romanticismo mesurado de Grieg, hasta la suma de los preludios chopinianos, pasando por la Sonata en si bemol, de Mozart.En manos de María Joao, la música del salzburgués parece recobrar su origen, estrenar su verdad y su tersa emoción. Como referencia, bastaría evocar el Andante, centro neurálgico del lirismo, la serenidad y la vaga melancolía de un compositor que cantó siempre, como canta Pires desde el piano al asumirlo y revelárnoslo. Resultó bien la vecindad de Grieg y sus piezas líricas, por lo neto de su romanticismo intimista y valdría otro recuerdo representativo, El viajero solitario, para medir lo que puede ser una intensa elegancia.

Triunfo absoluto

Al final, como segunda parte, el corpus de los 24 preludios, verdadero corazón de todo Chopin, orden tonal y sensible que desde la síntesis de lo pretérito, avanza hacia el futuro: Scriabin, Raschmaninov o brotes de armonías impresionistas. Sonaron los preludios en su valor individual e integrados en un todo, como si se tratara de una gran aureola o círculo mágico.Describir las bellezas logradas, con aparente sencillez, por María Joao, seria empeño vano. El triunfo fue absolutamente fuera de serie y el festival terminó en punta, espléndidamente abierto a las propuestas de la próxima edición.

Debieron luchar esta vez los organizadores con tres ausencias de importancia: la del director Solti y las de los pianistas Kissen y Pogorelich. Con todo, lograron una de las mejores ediciones del festival canario, de tono y contenido internacional, en el que abundan grandes figuras y se realizan estrenos sobresalientes: el de la rusa Sofía Gubaidulina, protagonizado por el violonchelista Geringas, La fiesta está en pleno apogeo.

Son pentagramas hondos y desolados, líricos, introvertidos y de inquietante belleza. Desde el punto de vista pedagógico tuvo especial importancia el otro estreno de este año, original del navarro Fernando Palacios y titulado Modelos para armar. Se trata de una experiencia educativa, dirigida no como es frecuente a la infancia sino a los adolescentes.

La década, para unos festivales, viene a representar una primera mayoría de edad y un asentamiento que se promete definitivo. Merece historiarse y ésta es tarea de la que ha sido encargado José Luis Pérez de Arteaga, a fin de que la memoria vivida perdure en forma de memoria escrita. El volumen aparecerá antes de que se celebre la undécima edición, aunque sea en ella cuando alcance difusión más amplia.

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