Tribuna:A LA INTEMPERIE

Vuelve la carne de caballo

Dios mío, he visto como en un sueño, o como en una pesadilla, una estatua de más de cuatro metros recorriendo Madrid entre la niebla. Se trataba de una estatua ecuestre, o sea, que la parte de abajo estaba hecha de carne de caballo y la de arriba de señor. El caballo no sé cómo se llama, pero el señor era Carlos Ill: tiene el mismo nombre que un cine de la calle de Goya en cuyos bajos había una bolera -quizá exista aún- adonde iba a jugar a los bolos. una chica de la que yo estaba enamorado. En la peana figuraba la siguiente inscripción: "Carolo III, Hispaniarum Regi. 1716-1788. Promadrid".Dig...

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Dios mío, he visto como en un sueño, o como en una pesadilla, una estatua de más de cuatro metros recorriendo Madrid entre la niebla. Se trataba de una estatua ecuestre, o sea, que la parte de abajo estaba hecha de carne de caballo y la de arriba de señor. El caballo no sé cómo se llama, pero el señor era Carlos Ill: tiene el mismo nombre que un cine de la calle de Goya en cuyos bajos había una bolera -quizá exista aún- adonde iba a jugar a los bolos. una chica de la que yo estaba enamorado. En la peana figuraba la siguiente inscripción: "Carolo III, Hispaniarum Regi. 1716-1788. Promadrid".Digo yo que por qué no han puesto también la firma (Promadrid) en latín, para evitar el anacronismo o el anacoluto, o las dos cosas, no sé. El caso es que te pones a leer la inscripción y ves que algo no encaja, como cuando en. una película de romanos aparece un gladiador con un reloj japonés en la muñeca. Por lo general, pensamos que lo que está fuera de lugar es el reloj, pero lo que sobra, con bastante frecuencia, es el romano. O sea, que a lo mejor el anacronismo no está en el Carolo, ni en el Hispaniarum, ni siquiera en el gracioso Promadrid; a lo mejor, el anacronismo está en la estatua en sí. Y es que ahora no se lleva lo ecuestre, por Dios, eso no se le ocurre ni a Sarasola, que entra a caballo en todas partes. El último que quiso salir a caballo fue Franco, que tiene una estatua ecuestre frente a los Nuevos Ministerios. Pero lo que ve la gente cuando la mira es el caballo. Por eso se trata de una de las pocas estatuas del dictador que ha sobrevivido a su régimen, porque el pueblo es muy sabio y sabe que, en el fondo, esa escultura es un homenaje a los caballos.

El caso es que el anacronismo éste de bronce, el más pesado de la historia de los anacronismos (dos toneladas y media), ha estado expuesto a cualquier cosa en la Puerta del Sol para que la gente votara el lugar de su emplazamiento. Lo curioso es que la gente, que está loca por votar, iba y metía la papeleta en una urna, y así, tacita a tacita, los del PP reunieron más de cien mil votos, de los que la mitad optaron porque la cosa ecuestre se' quedara en la Puerta del Sol. Claro, que se trataba de un referéndum no vinculante, porque, según Pedro Ortiz, presidente de la empresa municipal Promadrid, "podría haber sido elegido cualquier lugar extraño y nos veríamos en la obligación de aceptarlo". Ya se sabe que el pueblo es como un niño que llora cuando le quitas las legañas. Por eso no hay que hacerle caso. Les ponemos unas urnas para que se entretengan, pero luego hacemos lo que más les conviene, y lo que les conviene lo sabemos nosotros mucho mejor que ellos. De modo que ya veremos. Lo que vamos viendo, de momento, es que el despotismo ilustrado, que alcanzó su cenit con Carolus III, vuelve a ponerse de moda con la misma fuerza que lo ecuestre. O sea, que a Sarasola lo expulsan por ecuestre de un club de extrema derecha sevillano en el que estaba loco por entrar, y a Carlos III le ponen un caballo entre las piernas en la Puerta del Sol. Digo yo que por qué no se ponen de moda también los esquilaches, los floridablancas, los campomanes... Por qué no se pone de moda la inteligencia, en fin, que vivimos en un anacoluto permanente. A mí, con todos los respetos, Matanzo me parece un anacoluto y Álvarez del Manzano un anacronismo. Eso por no citar al golfo que ha llamado golfa a Mercedes de la Merced, la de la mirada flamígera. o sea, que vuelve lo ecuestre; empezó a regresar el día que Juan Guerra le regaló un caballo a su sobrino. Lo malo es que viene a caballo, como los grises de mi época, y nos va a pasar a todos por encima. Qué mundo.

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