Imágenes de la emoción

Libre de cualquier atavismo, con la curiosidad de un niño que abre los ojos por primera vez al mundo, Javier Riera se enfrenta al lienzo y ensaya los gestos, aplica los colores, tiñe las telas y crea así unas pinturas luminosas, con grandes manchas de color y contundentes brochazos que pretenden a la vez comprender lo infinito y encerrarse en lo íntimo.Sus cuadros no representan nada concreto, son momentos, estampas emocionales de hipotéticos paisajes anímicos que se presentan con la imprecisión de los sueños, donde nada es exactamente lo que parece. Se muestra aquí el combate en el cual el ar...

Libre de cualquier atavismo, con la curiosidad de un niño que abre los ojos por primera vez al mundo, Javier Riera se enfrenta al lienzo y ensaya los gestos, aplica los colores, tiñe las telas y crea así unas pinturas luminosas, con grandes manchas de color y contundentes brochazos que pretenden a la vez comprender lo infinito y encerrarse en lo íntimo.Sus cuadros no representan nada concreto, son momentos, estampas emocionales de hipotéticos paisajes anímicos que se presentan con la imprecisión de los sueños, donde nada es exactamente lo que parece. Se muestra aquí el combate en el cual el artista pretende salir de la ambigüedad de los sueños y centrar su esfuerzo en conseguir asir la realidad, pero la realidad no es más que un estado de la mente y, como tal, tiene la cualidad dinámica de metamorfosearse continuamente.

Para Javier Riera, pintar es algo más que un acto físico, supone un intento de conseguir extraer la materia emocional que alimenta su pintura y que, al ser fijada en el lienzo, deja un doloroso vacío en su interior. Por eso estos cuadros, aparentemente sencillos, resultan impenetrables.