Del pacto a la confrontación

Por primera vez en cinco años, todos apostaban por un acuerdo ambicioso

El pacto por el empleo que hace cinco meses parecía posible se ha convertido en confrontación. La transformación del clima de diálogo en un claro enfrentamiento entre los sindicatos, la patronal y el Gobierno se ha ido gestando lentamente según han transcurrido las 32 reuniones y más de 100 horas de discusión.Era la primera vez, desde hace cinco años, que los interlocutores sociales apostaban claramente por negociar un ambicioso pacto sin condiciones previas y sin plantear problemas de fondo o de forma. El temario inicial abarcaba desde puntos importantes de los Presupuestos Generales hasta un...

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El pacto por el empleo que hace cinco meses parecía posible se ha convertido en confrontación. La transformación del clima de diálogo en un claro enfrentamiento entre los sindicatos, la patronal y el Gobierno se ha ido gestando lentamente según han transcurrido las 32 reuniones y más de 100 horas de discusión.Era la primera vez, desde hace cinco años, que los interlocutores sociales apostaban claramente por negociar un ambicioso pacto sin condiciones previas y sin plantear problemas de fondo o de forma. El temario inicial abarcaba desde puntos importantes de los Presupuestos Generales hasta un pacto de rentas y la reforma del mercado laboral.

El optimismo se quebró cuando el Gobierno comunicó a los sindicatos que uno de sus objetivos principales era reducir el déficit público y que no tenía ninguna contrapartida que ofrecer. Pero el cuadro macroeconómico de 1994 fue más determinante. En él aparece claramente esta previsión: el próximo año se seguirá destruyendo empleo y habrá 150.000 parados más.

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Para los sindicatos, el compromiso del empleo era la única justificación para aceptar sacrificios y en los papeles del Gobierno se dice que la diferencia entre el pacto y el no pacto es de 11.000 empleos.

La segunda sorpresa la recibieron con las medidas de recorte del desempleo, justificadas por el creciente déficit del Inem. La tercera, con las modificaciones en la negociación colectiva. La cuarta, con la reforma de la contratación. Y la quinta, con los cambios en la normativa de los despidos. La suma es un paquete de medidas que los sindicalistas más proclives al pacto han calificado de "desregulación caótica" del mercado laboral. La respuesta de los representantes de la Administración que han apostado más fuerte por el pacto es que peor es la nada".

Pese a su creciente rechazo, las centrales no han presentado un plan alternativo, petición reiterada una y otra vez por los ministros responsables de las negociaciones, los titulares de Economía y Trabajo, Pedro Solbes y José Antonio Griñán.

Las centrales se han limitado a llevar a la mesa en las primeras reuniones un amplio y vago documento, titulado Bases para un acuerdo para el empleo, sin medidas concretas y con una filosofía prácticamente incompatible con la política económica del Gobierno. En él se habla de un mayor crecimiento económico, basado en un gran esfuerzo inversor, un plan de viviendas plurianual, una política industrial activa y el reparto del empleo.

Ausencia de contraofertas

La patronal CECIE tampoco ha aportado apenas contrapropuestas y ha tenido el papel más cómodo. El 2 de septiembre presentó una relación de deducciones fiscales y hace unos días una oferta salarial, con moderación más acusada a la propuesta inicial del Gobierno.

Mientras el Ejecutivo habla de una pérdida de cinco puntos de poder adquisitivo en los tres próximos años, la confederación empresarial defiende la congelación salarial para 1994 -supone reducir el poder de compra 3,5 puntos- y la pérdida de poder adquisitivo de al menos otros dos puntos en 1995. Los sindicatos por su parte han mostrado su disposición a la moderación salarial por tres años, aunque sin ponerle cifras.

Pero las discrepancias en otros temas han provocado que del pacto de rentas aún no se haya empezado a hablar. A estas alturas parece difícil que se aborde, ya que el plazo tope para el diálogo social marcado por el Gobierno se acaba el próximo martes, día 30 de noviembre. Y si no hay cambios de última hora, el Consejo de Ministros del 3 de diciembre aprobará los textos articulados de la reforma laboral.

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