Juliet Wilson-Bareau descubre en Goya a un pintor "incapaz de hacer una obra mala"

La investigadora explica la muestra sobre el artista que se abrirá el jueves en el Prado

El historiador Enrique Lafuente Ferrari decía que "Goya es mucho Goya". La investigadora británica Juliet Wilson-Bareau no sabe bien si va a acabar con Goya o "Goya conmigo" cuando el esfuerzo se acumula ante la inauguración, el próximo jueves en el Museo del Prado, de la exposición Goya. El capricho y la invención. Cuadros de gabinete, bocetos y miniaturas. Autora, con Pierre Gassier, del catálogo de toda la obra del pintor aragonés, se reafirma en un artista en donde "todo tiene unidad y sentido" por su inteligencia y entusiasmo, "incapaz de hacer una obra mala". Los estudios realizados para...

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El historiador Enrique Lafuente Ferrari decía que "Goya es mucho Goya". La investigadora británica Juliet Wilson-Bareau no sabe bien si va a acabar con Goya o "Goya conmigo" cuando el esfuerzo se acumula ante la inauguración, el próximo jueves en el Museo del Prado, de la exposición Goya. El capricho y la invención. Cuadros de gabinete, bocetos y miniaturas. Autora, con Pierre Gassier, del catálogo de toda la obra del pintor aragonés, se reafirma en un artista en donde "todo tiene unidad y sentido" por su inteligencia y entusiasmo, "incapaz de hacer una obra mala". Los estudios realizados para esta muestra descubren nuevas interpretaciones y fechas de cuadros. "Hay que tener los ojos muy abiertos para ver" dice.

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Francisco de Goya (1746-1828) pintó a los 46 años pequeños cuadros cuando se recuperaba de la grave enfermedad que le dejó sordo. El artista se refería a obras de "fantasía e invención" para "ocupar la imaginación mortificada en la contemplación de mis males". Un centenar de cuadros de gabinete, bocetos y miniaturas se van a reunir en la exposición del Museo del Prado, que será abierta el jueves por los Reyes, en un proyecto internacional en el que participan el Museo del Prado, la Royal Academy of Arts de Londres y el Art Institute de Chicago, ciudades que verán la muestra el próximo año, tras permanecer en Madrid hasta el 15 de febrero.Juliet Wilson-Bareau, comisaria de la exposición, está unida a Goya desde sus estudios en la Universidad de Londres. Tuvo la "suerte increíble" de empezar con Tomás Harris, con quien colaboró durante 10 años en la catalogación de la obra gráfica. Con Pierre Gassier escribió la monumental vida y obra del pintor, y en 1970 salió el catálogo de toda la producción artística, una referencia obligada. El año pasado montó la exposición Goya, la década de los caprichos (retratos, dibujos y aguafuertes, 1792-1804), junto con Nigel Glendinning, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Unidad y sentido

"Goya fue un hombre muy listo e inteligente", declara Juliet Wilson-Bareau, mientras ordena fichas, fotografías y textos tras una larga madrugada de estudio que se unió a una caída en las mismas salas donde van llegando las las obras a exponer. "Nunca he creído en esa idea extendida de que a los 50 años se descubre como un gran artista. Siempre buscó el sentido de todas las obras, incluso en el pintor religioso. No me gusta hablar de genio porque se aplica a la ligera y a los genios no se les mira. En su obra todo tiene unidad y sentido y es tal pintor que es incapaz de hacer una obra mala. Cada vez que tiene un pincel en la mano se expresa con toda su inteligencia y entusiasmo, con una calidad sorprendente. Es un hombre absolutamente completo, que se apasiona por la caza, escucha seguiriyas o se pasea por las calles de París porque quiere ver y entender todo".

La historiadora demuestra le todo ese Goya sale en sus cuadros. "Una de sus claves es que sus cuadros tienen como una energía absolutamente increíble. Cada obra tiene una geometría interna, muy clásica, ya que es un gran clasicista, no romántico, que se basa en el gran arte italiano y el arte antiguo. Uno de los descubrimientos de esta exposición es encontrar las fuentes de esa relación profunda y sorprendente con la antigüedad".

Más sorpresas contienen los caprichos y las invenciones de un Goya que envía a la Academia en esos años de 1793 y 1794 unos cuadros realizados sobre hojalata para demostrar "su fuerza de pintor" después de la enfermedad. "Se puede constatar el desarrollo complejo de su obra y que la sordera, pese a ser un choque enorme, no significa una ruptura. En los últimos bocetos de los cartones para tapices, que se van a exponer por primera vez en su totalidad, se acerca a la idea de los pequeños cuadros en sí, donde puede expresarse de una manera muy libre y contando muchas historias".

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