El público alemán aplaude con entusiasmo a Tomeo

El escritor estrena en Colonia el monólogo 'El castillo, de la carta cifrada'

La Schauspielhaus de Colonia, el teatro más importante de la ciudad renana, ha sido el escenario esta semana del estreno mundial de la versión teatral de la novela monólogo El castillo de la carta cifrada, de Javier Tomeo. El escritor español goza de un enorme prestigio en Alemania. Prueba de ello es que el teatro ha querido estrenar una nueva sala dedicada a obras de vanguardia con una obra suya. La representaciones durarán hasta el próximo enero y se prevén llenos totales. El público y la crítica han coincidido: saludan a Javier Tomeo como un gran autor de vanguardia.

La adaptación ha...

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La Schauspielhaus de Colonia, el teatro más importante de la ciudad renana, ha sido el escenario esta semana del estreno mundial de la versión teatral de la novela monólogo El castillo de la carta cifrada, de Javier Tomeo. El escritor español goza de un enorme prestigio en Alemania. Prueba de ello es que el teatro ha querido estrenar una nueva sala dedicada a obras de vanguardia con una obra suya. La representaciones durarán hasta el próximo enero y se prevén llenos totales. El público y la crítica han coincidido: saludan a Javier Tomeo como un gran autor de vanguardia.

La adaptación ha sido realizada por una de las más importantes poetisas alemanas de estos momentos, la escritora de Stuttgart Friederike Roth, bajo el título Der Marquis schreibt einen unerhrten Brief (El marqués escribe una carta inaudita). El teatro no ha dudado en gas tarse 40 millones de pesetas en el montaje de la obra, decoran do al mismo tiempo la sala -que permanecerá así en el futuro- como si fuera el castillo descrito por Tomeo. La sala del Schauspielhaus, bautizada West-end Theater, destinada a producciones de vanguardia y de sólo 60 plazas, se suma a la oferta cultural de Colonia gracias al apoyo de un patrocinador de la industria tabaquera, algo imprescindible cuando el dinero público ha dejado de fluir.La escenografía del neoyorquino Mark Beard conjuga las descripciones de los interiores de Tomeo, el estilo pomposo de las óperas del siglo XIX, el realismo norteamericano, la pintura barroca y los logotipos modernos, consiguiendo un pastiche que podríamos calificar de posmoderno-monumental. El norteamericano, en su sutil humor cáustico, se parece bastante al heterodoxo aragonés; ambos exigen lectores dispuestos a apreciar los detalles. Los angelitos barrocos, por ejemplo, no juegan con el arco y las flechas, sino con cruces gamadas, hoces y martillos o la M de una conocida factoría de carne picada. Un Apolo, pintado sobre la entrada de la sala, orina encima del público.

El papel del conde lo representa el conocido actor Dirk Bach, que logra el difícil objetivo de mantener la tensión teatral y centrar la atención del espectador durante los 90 minutos de monólogo, pues esto es la pieza de Tomeo, dando vida al decadente protagonista tragicómico con una actuación llena de matices. El otro protagonista, el sirviente del conde, a cargo de Ciro de Chiara, no pronuncia ni una palabra durante toda la representación.

Del gran prestigio de Tomeo en Alemania da idea el hecho de que la traducción alemana de El castillo de la carta cifrada fue publicada en 1984 por Wagenbach, de Berlín, una de las editoriales de referencia de la izquierda y que sigue un camino arriesgado y meritorio con la difusión de obras de autores modernos controvertidos, así como de consagrados de la vanguardia histórica -Pasollni, Malerba, Gadda o Buñuel, quien, como Goya y Tomeo es un maño atraído por el esperpento y la risa absurda-. Según Heinrich von Berenberg, un directivo de la Wagenbach, la obra de Tomeo "fue un buen libro para la editorial, tanto un éxito de ventas como de crítica, que le certificó un lenguaje de extraordinaria belleza. Se le considera un digno heredero de Cervantes".

Sirva como ejemplo la crítica de Frankfurter Rundschau al citado texto: "Desde la publicación en 1984 [en Alemania] de este grandioso monólogo, los libros de Javier Tomeo significan fuentes secretas, cuyo contenido cifrado le está aportando más resonancias en el extranjero que en su propio país". Tomeo, en la tradición de la mejor vanguardia, no deja de buscar al lector activo, crítico y creativo, rodeado de un público entusiasta. Frankfurter Allgemeine considera a Tomeo el "escritor español contemporáneo más traducido". Pese a estos elogios, Tomeo dio una soberbia muestra de humildad quejándose de que su nombre se haya impreso en los carteles con letras más grandes que el del actor, porque, dijo, "sin actor no hay texto".

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