Las democracias europeas o debaten sobre si conviene coger a Rusia entre ellas

Las democracias europeas se preguntan si conviene acoger a Rusia en su club hasta ahora muy cerrado para impulsar su proceso democrático o se corre el riesgo de introducir en la familia a un país atípico que no comparte aún sus valores. La secretaria general del Consejo de Europa, Catherine La lumiére, interpeló a los jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países miembros de esta institución que celebran ayer y hoy su primera cumbre. "A propósito de la apertura del Consejo de Europa: ¿Hasta dónde?, IA qué ritmo?. Todos estamos pensando en Rusia" señaló La lumiere en su discurso inagural.
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Las democracias europeas se preguntan si conviene acoger a Rusia en su club hasta ahora muy cerrado para impulsar su proceso democrático o se corre el riesgo de introducir en la familia a un país atípico que no comparte aún sus valores. La secretaria general del Consejo de Europa, Catherine La lumiére, interpeló a los jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países miembros de esta institución que celebran ayer y hoy su primera cumbre. "A propósito de la apertura del Consejo de Europa: ¿Hasta dónde?, IA qué ritmo?. Todos estamos pensando en Rusia" señaló La lumiere en su discurso inagural.

En los últimos tres años, el Consejo de Europa ha acogido a diez países del antiguo bloque del Este algunos con democracias aún muy imperfectas, como Rumania. Otros siete hacen cola para entrar, incluida Rusia. Los ministros de Exteriores de esta institución con sede en Estrasburgo y los de los Estados candidatos se reunieron ayer antes del comienzo de la cumbre.El jefe de la diplomacia rusa no pudo acudir a la cita -pues en Moscú se celebraba una reunión cuatripartita para intentar calmar los conflictos del Cáucaso-, pero su sustituto, el viceministro Anatoli Adamischin, aprovechó la ocasión para reiterar la petición de adhesión de Moscú tramitada desde el 6 de mayo de 1992.

Leyó primero Adamischin una carta del presidente Borís Yeltsin a la cumbre en la que se declara "sinceramente interesado en unirse a la familia de los Estados de derecho democráticos y convertirse en un miembro en pie de igualdad del Consejo de Europa". "Nuestra opción irrevocable ( ... ) de las transformaciones democráticas nos lleva lógicamente al acercamiento de Rusia con esta organización".

Adamischin añadió después ante la prensa algunas reflexiones de su propia cosecha. Aseguró que los recientes acontecimientos en su país (la disolución del Parlamento y su posterior asalto por tropas fieles a Yeltsin) acercaban a Moscú al Consejo de Europa. "Hemos madurado varios años en estos últimos días", subrayó antes de peguntarse cuánto tiempo deberá aún esparar Moscú antes de ver a Rusia como miembro de pleno derecho del Consejo de Europa.

Con ánimo de mostrar su buena voluntad, Adamischin pidió al Consejo de Europa que envíe observadores para comprobar la pureza de las elecciones legislativas convocadas por Yeltsin el 12 de diciembre. La organización de Estrasburgo aceptará, probablemente, la propuesta rusa.

La cumbre tiene previsto hoy dar a conocer una declaración en la que expresa primero su solidaridad "con todos aquellos que son favorables a las reformas bajo la dirección del presidente Borís Yeltsin". Reitera a continuación su "determinación de respaldar vigorosamente el proceso de reformas intensificando, en el marco de los programas de cooperación del Consejo de Europa con Rusia, la ayuda al desarrollo de instituciones democráticas".

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De ahí a acoger a Rusia en el club hay un paso que muchos se resisten a dar. El ministro español de Asuntos Exteriores, Javier Solana, declaró antes de entrar en el centro de congresos que era "prematuro" plantearse el ingreso.

Minorías

El presidente del Gobierno español, Felipe González, manifestó ayer en su discurso que España afronta con la conciencia serena "el complejo y pasional tema de las minorías". Según él, ninguna persona puede ser discrimianda por pertenecer a una minoría, pero tampoco es aceptable lo contrario, "que se pretenda una discrimación positiva por dicha pertenencia".

González también aludió al creciente problema del racismo y la xenofobia en Europa. A su juicio la xenofobia es "ridícula en lo cultural y "aberrante" en lo filosófico, pero también es "el elemento más peligroso y desestabilizador que se interpone en la consecución de un espacio armónico en Europa".

El presidente español propuso en su discurso que las democracias más sólidas y más unidas del Viejo Continente, las de la Comunidad Europea a punto de convertirse en Unión Europea, presten "sus intrumentos de acción para proteger la democracia en momentos de riesgo en algún país del Consejo de Europa". Pensaba González en algunas jóvenes democracias del Este que podrían ser auxiliadas por sus vecinos.

También pidió que "el Consejo de Europa perfeccione los mecanismos de control del Convenio Europeo de derechos humanos insistiendo en la faceta judicial", y que "estudie la posibilidad de trasladar a su ámbito cuantos elementos sean posible del concepto de ciudadanía europea", que figura en el Tratado de Maastricht.

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