Una nueva bajada a los infiernos

Los 34 músicos de la orquesta que interpreta la música del Orfeo de Claudio Monteverdi están dirigidos por René Jacobs y tocan los mismos instrumentos que se usaban en el año 1600, cuando la ópera se compuso: panderetas, guitarrones, cítaras, liras, clavicordios."Lo que Monteverdi hizo en su época era al mismo tiempo una música y un suceso teatral totalmente nuevos y revolucionarios. Cuando se estrenó esta obra, la mayoría del público no la entendió", advierte Jacobs. La lectura de la partitura original de Orfeo, escrita en 1607, fue una difícil tarea de decodificación para el di...

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Los 34 músicos de la orquesta que interpreta la música del Orfeo de Claudio Monteverdi están dirigidos por René Jacobs y tocan los mismos instrumentos que se usaban en el año 1600, cuando la ópera se compuso: panderetas, guitarrones, cítaras, liras, clavicordios."Lo que Monteverdi hizo en su época era al mismo tiempo una música y un suceso teatral totalmente nuevos y revolucionarios. Cuando se estrenó esta obra, la mayoría del público no la entendió", advierte Jacobs. La lectura de la partitura original de Orfeo, escrita en 1607, fue una difícil tarea de decodificación para el director musical. Por su parte" el director teatral y escenógrafo Herbert Wernicke logró dar absoluta cercanía a esta lejana obra barroca: se representa sobre un escenario al aire libre, situado en un enorme patio interior del edificio Residenz, en el centro de la ciudad austriaca.

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La obra mantiene durante sus cinco actos una sola escenografía, que representa la fachada de un edificio en tamaño natural e inclinado como la torre de Pisa. La enorme fachada está quebrada en su mitad por una grieta de color rojo que representa la ruta que conduce al mundo subterráneo donde Orfeo busca a su amada Eurídice. Según, Wernicke, se inspiró en "el caos, en la idea de una grieta que rompe el mundo, que a su vez es la grieta que parte en dos a la sociedad, que siempre es lo primero que hay que descubrir a través del arte".

Detrás de las arcadas del edificio hay una enorme mesa rectangular con un mantel blanco, candelabros de oro, cristales y flores. Alrededor de ella se sientan las ninfas y pastores del Orfeo original, que en esta versión no son representados con vestuario de 1607, sino con atuendos parecidos a los del público de ahora mismo que asiste a las representaciones de ópera, es decir, frac negro para los hombres y trajes largos estilizados, con hombros descubiertos e imaginativos peinados altos, para las mujeres. "Yo muestro una alta sociedad que, como la de Salzburgo, puede pagar por el arte y puede contratar artistas, a los que acepta sólo en la medida en que éstos se pliegan a sus gustos", señala Wernicke.La historia -la trágica búsqueda de Eurídice por Orfeo (Monica Bacelli y Laurence Dale) en el submundo del infierno- se desarrolla dentro de esa citada grieta roja del edificio, la ruta que conduce al -Infierno, mientras el banquete se interrumpe y se reanuda varias veces. El concepto de Wernicke de la alta sociedad decadente tiene una clara inspiración en el filme El ángel exterminador, de Luis Buñuel.

En la presentación del sábado Mortier sonreia satisfecho por la calidad artística, y además simbólica para el nuevo rumbo del festival, de este Orfeo 1993. El público, engalana do, aplaudió con entusiasmo, algunos quizás apretando los dientes y otros simulando un vanguardismo que no sentían.

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