Crítica:FLAMENCO

Crecer con el cante

Vicente Soto, como en fechas anteriores había ocurrido con quienes le precedieron, no se cortó un pelo y alzó su voz para interpretar los cantes más ásperos y duros, como son la toná, el martinete y la debla. Y lo hizo sin aliviarse, apechando con las dificultades extremas de unos estilos que muchos cantaores no se atreven siquiera a tocar. Y lo hizo bien. El hijo de Sordera acreditó una vez más su afición, su conocimiento del cante y su gran entrega a un arte con el que convive desde su nacimiento. Y como le sobran facultades, todo es para él bastante fácil. Dio un recital serio, recorriendo ...

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Vicente Soto, como en fechas anteriores había ocurrido con quienes le precedieron, no se cortó un pelo y alzó su voz para interpretar los cantes más ásperos y duros, como son la toná, el martinete y la debla. Y lo hizo sin aliviarse, apechando con las dificultades extremas de unos estilos que muchos cantaores no se atreven siquiera a tocar. Y lo hizo bien. El hijo de Sordera acreditó una vez más su afición, su conocimiento del cante y su gran entrega a un arte con el que convive desde su nacimiento. Y como le sobran facultades, todo es para él bastante fácil. Dio un recital serio, recorriendo estilos de casi todo el territorio cantaor, desde Levante a Cádiz, y mucho Jerez, que para eso es su tierra.

Veranos de la Villa

Vicente Soto (cante), Manuel Parrilla (toque). Centro Conde Duque. Madrid, 29 de julio.

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