Un plato de lentejas

En el último número de la revista londinense Moving Pictures, el productor británico David Puttnam, una voz indiscutida dentro de las interioridades de la industria del cine europeo y conocedor de los entresijos de Hollywood (suya es, entre otras, La misión), describe el conflicto con precisión.Dice Puttnam: "El gran peligro está en que el sector audiovisual, considerado globalmente, sea tratado como cualquier otro sector mercantil. Las negociaciones del GATT consisten esencialmente en un toma y daca para alcanzar el equilibrio en los compromisos comerciales internacionales. Pero...

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En el último número de la revista londinense Moving Pictures, el productor británico David Puttnam, una voz indiscutida dentro de las interioridades de la industria del cine europeo y conocedor de los entresijos de Hollywood (suya es, entre otras, La misión), describe el conflicto con precisión.Dice Puttnam: "El gran peligro está en que el sector audiovisual, considerado globalmente, sea tratado como cualquier otro sector mercantil. Las negociaciones del GATT consisten esencialmente en un toma y daca para alcanzar el equilibrio en los compromisos comerciales internacionales. Pero Europa tiene una industria audiovisual fragmentada, mientras que la de EE UU está fuertemente unificada; y esto hace que, frente a ésta, la industria europea sea desproporcionadamente vulnerable".

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La industria audiovisual es la segunda en volumen de exportaciones de EE UU, y de ahí procede indirectamente lo turbio del conflicto: lo que para EE UU es seguir ensanchando un caudaloso río de divisas, para Europa se ha convertido en una cuestión de índole distinta y más grave: un acto de supervivencia cultural, un gesto autodefensivo de protección de su identidad.

José María Otero, director de la Fundación Procine, lo enfoca así: "La gravedad del problema proviene de que Estados Unidos no quiere ceder terreno en su segunda industria en volumen de divisas. El comisario de Cultura de la CE está defendiendo con energía que se aplique al cine en el GATT la cláusula de excepción cultural, y su esfuerzo es impecable. Pero él no tiene la última palabra, sino los Gobiernos, y me temo que Estados Unidos va a ofrecer a éstos una tentadora contraoferta, un cambalache: manos libres en este terreno a cambio de algún bocado sabroso. Y a eso la CE debe negarse en rotundo".

Ahí desvela su inquietante sentido el peligro del toma y daca de que habla Puttnam: renunciar a una parte de nuestra cultura por una contrapartida económica, nuestro alma por un plato de lentejas. Insiste Otero: "No se puede ceder en eso. No defendemos el proteccionismo, queremos liberalización y apertura progresiva del mercado audiovisual: que nuestro mercado se abra totalmente a los norteamericanos, pero a condición de que éstos nos abran en iguales condiciones el suyo, permitiendo el estreno allí de películas dobladas y el acceso de europeos a la propiedad, y, por tanto, a la programación, de sus cadenas de televisión, tal como ellos hacen en Europa".

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