El nacionalismo, Hamlet y Polonio

...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Cuando las viejas certezas parecen hundirse y todo cambia, se inicia la búsqueda de otras verdades aún más viejas. Ahí entra en acción el nacionalismo, que, según el historiador Eric Hobsbawm, es "irracional y emocional".La definición no es ninguna sorpresa. El historiador lo ha comparado en su obras con la nube con la que Hamlet burló a Polonio: puede interpretarse a voluntad, como un camello, como una comadreja o una ballena, aunque no sea ninguna de estas cosas. Quizá lo que la nube necesita, agrega el historiador, es un análisis meteorológico, en lugar del zoológico.

Para remachar su opinión, Hobsbawm ha escrito que pintar de rojo el nacionalismo -como sugieren algunos- es tan difícil como dar una capa del mismo color al padre del liberalismo y la mano invisible: Adam Smith.

Más información

"El nacionalismo busca construir estados basándose en una concepción irreal de población homogénea. Nosotros, el grupo, definidos contra otros, porque no hay otro modo de definir el grupo", subraya Hobsbawm.

"Las grandes ciudades están pobladas por un submundo; en Tokio, por ejemplo, hay miles de filipinos y coreanos que no existen, pero la ciudad no podría funcionar sin ellos. La movilidad, la migración, es una caractística estructural de nuestro mundo. Y eso no es un juicio de valor, es un hecho comprobable", dice.

"Entre los 180 estados existentes, no habrá más de una docena con lo que se llama una población homogénea", concluye.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En