Un respiro callejero

Los bailarines de Madrid tuvieron una hermosa y fructífera jornada de arte callejero, con buena respuesta de público desde el primer pase de mediodía y demostrando inventiva, talento coreográfico y sentido de la puesta en escena.Pedro Berdayes recreó una boda en la escalinata de Los Jerónimos. Fue divertido, coral, con turistas japoneses que salían del Museo del Prado; hubo una idea y una chispa de ironía, con un uso inteligente de escalones, balconada y cancela.

Félix Lozano tomó el espacio de la fuente del paseo de Recoletos para crear una atmósfera distante y dura, con poesía. El fin...

Los bailarines de Madrid tuvieron una hermosa y fructífera jornada de arte callejero, con buena respuesta de público desde el primer pase de mediodía y demostrando inventiva, talento coreográfico y sentido de la puesta en escena.Pedro Berdayes recreó una boda en la escalinata de Los Jerónimos. Fue divertido, coral, con turistas japoneses que salían del Museo del Prado; hubo una idea y una chispa de ironía, con un uso inteligente de escalones, balconada y cancela.

Félix Lozano tomó el espacio de la fuente del paseo de Recoletos para crear una atmósfera distante y dura, con poesía. El final, dentro del agua, fue lo más conseguido.

Carmen Senra no tuvo la delicadeza de esperar a que el público y los medios de comunicación (que hacían el circuito para ver una coreografía tras otra) llegara hasta la plaza de Colón, pues se funcionaba con unos minutos de retraso a lo previsto. La pieza de Escartín tuvo su gracia y el detalle de ser la única que integraba e invitaba al público a bailar.

Finalmente, Teresa Nieto deparaba lo mejor de la jornada con Tórtola. Genialmente vestida y maquillada, para ella el Templo de Debod se convirtió en una escenografía ideal. Nieto demostró su capacidad de trabajo y calidad en una pieza que debe volver a verse.