Tribuna:

El toro español y el mexicano

¿En torno de quién gira la fiesta brava? Del toro de lidia, naturalmente. Pero, ¿qué condiciones requiere un astado para ser calificado como bravo?. Que, además del trapío, reúna casta, fuerza y movilidad para galopar con son en la acometida, mostrando -prontitud en el arranque y rectitud y largueza en el recorrido. Que arremeta desde lejos al caballo, recargando codiciosamente debajo del estribo. Que su agresividad asentada por la puya no disminuya, sine, que se crezca al castigo. Que con las banderillas no se duela y, de preferencia, que pelee en los medios. Que durante la lidia mantenga el ...

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¿En torno de quién gira la fiesta brava? Del toro de lidia, naturalmente. Pero, ¿qué condiciones requiere un astado para ser calificado como bravo?. Que, además del trapío, reúna casta, fuerza y movilidad para galopar con son en la acometida, mostrando -prontitud en el arranque y rectitud y largueza en el recorrido. Que arremeta desde lejos al caballo, recargando codiciosamente debajo del estribo. Que su agresividad asentada por la puya no disminuya, sine, que se crezca al castigo. Que con las banderillas no se duela y, de preferencia, que pelee en los medios. Que durante la lidia mantenga el hocico cerrado y así muera.Ahora bien, quienes presenciamos anualmente un buen número de corridas en España y en México, constatamos la diferencia en estampa, casta, fuerza y movilidad de los bureles.El ejemplar mexicano tiene trapío, pero su caja no es tan aparatosa como la del hispano. Normalmente, mantiene su movilidad durante toda la lidia. Esto permite trasteos largos en tiempo y número de embestidas que por lo regular sobrepasan las treinta o cuarenta. Rompe con más frecuencia y, al entregarse, muestra fijeza y boyantía. Humilla con facilidad y permite que el diestro pueda desarrollar el temple y cuajar sus faenas con un toreo lento, armonioso y rítmico. Con los picadores demuestra su fuerza, ya que son frecuentes las caídas y derribos, y generalmente aceptan más varas. No doblan las manos con la frecuencia que se ve aquí. Los encierros lidiados en las principales plazas de México pesan en promedio 500 kilogramos y tienen cuatro años, aunque como ya mencionamos, con menos presencia pero con más fiereza, movilidad y franqueza. Quizá esto se deba a lo extenso de las dehesas mexicanas -algunas con más de 3.000 o 4.000 hectáreas-; a lo accidentado de la topografía, con altos cerros y montes; al cuidado de la consanguinidad en los encastes. Desde luego, hay encierros que salen mansos y débiles. Así como también existen ganaderías comerciales, como aquí, pero son las menos.

El cornúpeta español últimamente ha exhibido mansedumbre e invalidez. Con esto, trastoca las elementales reglas del juego y los toreros desvirtúan su arte. Bajo estas condiciones, el toreo pierde emoción e interés. No es comprensible que para la comodidad de algunas figuras se haya abusado en la moderación de la aspereza del toro, en el cruce de sus encastes. Como consecuencia apareció una mutación en el fenotipo de la raza, por lo que apremia una disquisición genética y una etiología de la pérdida de casta y fortaleza, para que veamos en los ruedos españoles más reses con mayor agresividad y poder.

Raymundo Vázquez Villalobos, abogado mexicano, es cronista y escritor taurino.

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