Crítica:

La sombra de la imagen

Formada originalmente en el campo de la cerámica -lo que dejará en su evolución posterior, una inclinación sensual en el tratamiento de las texturas materiales-, la trayectoria de Rosa Gimeno se desplazó, en la segunda mitad de los ochenta, hacia el lenguaje de la escultura, en línea con el impulso renovador que su reflexión obtiene a lo largo de la pasada década.Los trabajos recientes que componen esta muestra de son un paso significativo en la evolución conceptual y poética de su escultura. Casi literalmente por parejas, piezas y dibujos establecen entre sí un juego de resonancias en torno a...

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Formada originalmente en el campo de la cerámica -lo que dejará en su evolución posterior, una inclinación sensual en el tratamiento de las texturas materiales-, la trayectoria de Rosa Gimeno se desplazó, en la segunda mitad de los ochenta, hacia el lenguaje de la escultura, en línea con el impulso renovador que su reflexión obtiene a lo largo de la pasada década.Los trabajos recientes que componen esta muestra de son un paso significativo en la evolución conceptual y poética de su escultura. Casi literalmente por parejas, piezas y dibujos establecen entre sí un juego de resonancias en torno a imágenes y referencias objetuales, mecanismos metafóricos menos interesados en el plano formal que en su capacidad como detonantes mentales. Y si hablo de paridad entre dibujo y escultura es porque la propia artista plantea entre ambos visiones complementarias y autónomas de un mismo asunto, y que, para mi gusto, alcanzan sobre el papel momentos de particular intensidad en su uso afortunado del negro.

Rosa Gimeno

Galería XXI. Don Ramón de la Cruz, 17, 3º D. Madrid. Hasta el 17 de abril.

La reivindicación objetual de elementos domésticos, de ecos biográficos, se conjuga en el devenir de esta serie con imágenes alegóricas con las que Rosa Gimeno obtiene sus momentos de mayor intensidad poética. A través de éstos, la escultora sitúa en una dimensión muy sugerente la carga crítica y liberadora que recorre su discurso, trascendiendo así su dimensión más mecanicista.

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