Crítica:ROCK

Kriptonita ligera

Los bolsillos de unos tales Spin Doctors estaban a punto de vaciarse. Al año de la publicación de Pocket Full of Kryptonite, esta banda debutante había quemado todas sus naves. Mas el ritmo contagioso de una canción con ángel (Little miss can't be wrong) les ha permitido tomar el tren en marcha. Ahora mismo, este cuarteto de Nueva York es uno de los caprichos de las listas norteamericanas. No era de extrañar que más de la mitad del local hablara en inglés; la afición española ha tenido poco contacto con su música.Spin Doctors agitan un cóctel de rock, funk, blues y soul en...

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Los bolsillos de unos tales Spin Doctors estaban a punto de vaciarse. Al año de la publicación de Pocket Full of Kryptonite, esta banda debutante había quemado todas sus naves. Mas el ritmo contagioso de una canción con ángel (Little miss can't be wrong) les ha permitido tomar el tren en marcha. Ahora mismo, este cuarteto de Nueva York es uno de los caprichos de las listas norteamericanas. No era de extrañar que más de la mitad del local hablara en inglés; la afición española ha tenido poco contacto con su música.Spin Doctors agitan un cóctel de rock, funk, blues y soul en su primera producción. En directo, resalta su vena bailable desde la misma salida. Sus compatriotas se pusieron en marcha de manera instantánea. El desgarbado vocalista Chris Barron agradeció la acogida española y probó fortuna en nuestro idioma, pero estaba ante una audiencia propia y conquistada de antemano.

Spin Doctors

Chris Barron (voz), Eric Shenknian (guitarra), Mark White (bajo), Aaron Comess (batería). Entrada: lleno. Precio: 1.500 pesetas. Revólver Club. Madrid, 5 de marzo.

El sector ajeno, formado por aficionados curiosos probablemente acostumbrados a fusiones más contundentes, se sorprendió de la longitud excesiva de las versiones en directo. Canciones como Two princes o What time is it? fueron desarrolladas sin mesura. La garra no es cualidad de la banda y el sonido resultó un tanto light para los que esperaban encontrarse con un mestizaje basado en el rock. Dos largas horas de sonido funk, apenas vigorizado por elementos roqueros, sonaron a derroche poco justificado en una banda con repertorio limitado en número y contenido. En el final, el cuarteto insistió con Little miss, su pieza de fortuna.

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