Más de 300 personas homenajean en Bilbao al artista Agustín Ibarrola

"Gracias, muchas gracias por venir". Con un abrazo y el saludo en voz baja, Agustín Ibarrola fue recibiendo uno a uno a los amigos que llegaban al hotel de Bilbao donde ayer se celebró el primer homenaje de la carrera del artista vasco. Allí estuvieron los viejos comunistas de la dura militancia del exilio, los compañeros de la cárcel, los vecinos del caserío de Oma -el apartado valle vizcaíno donde vive y trabaja desde hace años-, y la gente del inundo del arte que han seguido sus pasos por la pintura y la escultura.

Ibarrola estaba feliz y emocionado. "Es mucho para tina sola noche. T...

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"Gracias, muchas gracias por venir". Con un abrazo y el saludo en voz baja, Agustín Ibarrola fue recibiendo uno a uno a los amigos que llegaban al hotel de Bilbao donde ayer se celebró el primer homenaje de la carrera del artista vasco. Allí estuvieron los viejos comunistas de la dura militancia del exilio, los compañeros de la cárcel, los vecinos del caserío de Oma -el apartado valle vizcaíno donde vive y trabaja desde hace años-, y la gente del inundo del arte que han seguido sus pasos por la pintura y la escultura.

Ibarrola estaba feliz y emocionado. "Es mucho para tina sola noche. Tengo dernasiado agradecimiento para todos estos amigos como para decirlo con unas pocas palabras", murmuraba. Ibarrola miraba a su alrededor y con los ojos brillantes decía: "son los amigos que me han apoyado desde que tenía 20 años".Agustín Ibarrola mostraba ayer su apariencia de siempre, con boina y jersey, tímido con los menos conocidos y, atento con todos, saludando a las 300 personas - "todos amigos"-, que se reunieron en Bilbao en su homenaje. "Alrededor de Agustín hay siempre gente especial", señalaba uno de los promotores de la idea. "Se pelean entre ellos por demostrar que son más amigos que el que más".

El homenaje fue la primera aparición pública del artista tras las agresiones que sufrieron el pasado mes de diciembre una de sus esculturas expuestas en las calles de Vitoria, y el revuelo de declaraciones que se generó en días posteriores. "No es un desagravio a lo de Vitoria, antes de diciembre ya habíamos pensado en una cena de amigos de Agustín que por un motivo u otro no nos reunimos con frecuencia", decía un asistente. "Es un encuentro de amistad y solidaridad, después del duro trago que han pasado".

Batallas

En realidad, casi todos preferían olvidar lo de Vitoria y animar la cena contando batallas, opinando del nivel artístico de Ibarrola o hablando de política. "Hay la mayor densidad de ex-algo por metro cuadrado de la historia". El jocoso comentarío describía la filiación política de los comensales reunidos en torno a un par de mesas: había ex-comunistas, ex-socialistas, y ex-militantes de Euskadiko Ezkerra. Pero también acudieron varios consejeros del Gobierno vasco, aunque no se encontrará entre ellos ningún nacionalista, a quienes Ibarrola acusó de amparar las actitudes violentas. "Las tensiones pasaran", pronosticaban ayer. "Su obra admite críticas, pero es innegable que ha echado cimientos en la cultura vasca".Y al lado de Ibarrola su esposa, Mari Luz, la mujer que representa "su aspecto exterior", en palabras del periodista y escritor Luciano Rincón. "Es su compañera en el sentido más real", señala Rincón. "Mucho de lo que es Agustín, lo ha conseguido gracias a ella".

El catedrático Manuel Tuñón de Lara recordaba las penurias del exilio en París, los bocadillos compartidos en las calles del barrio Latino y la inquebrantable voluntad de Ibarrola. "En todas las circunstancias ha sido un hombre de una dignidad ejemplar. Mantuvo una doble faceta de luchador, del artista que busca su forma de expresión plástica y del demócrata que se enfrenta a la dictadura".

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