El Tesoro centra la estrategia para 1993 en captar dinero español y a largo plazo

El Tesoro intentará el próximo año concentrar sus emisiones de deuda en los plazos más largos que permita el mercado. Además -y también en la medida en la que los inversores acepten esta estrategia- pretende colocar un mayor porcentaje de sus títulos entre inversores españoles. El motivo es que la tormenta monetaria ha demostrado que un peso excesivo de la inversión extranjera pasa una elevada factura. En la última subasta de bonos y obligaciones, celebrada ayer, el Tesoro subió ligeramente los tipos y adjudicó 271.142 millones, muy por encima de las expectativas del mercado.

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El Tesoro intentará el próximo año concentrar sus emisiones de deuda en los plazos más largos que permita el mercado. Además -y también en la medida en la que los inversores acepten esta estrategia- pretende colocar un mayor porcentaje de sus títulos entre inversores españoles. El motivo es que la tormenta monetaria ha demostrado que un peso excesivo de la inversión extranjera pasa una elevada factura. En la última subasta de bonos y obligaciones, celebrada ayer, el Tesoro subió ligeramente los tipos y adjudicó 271.142 millones, muy por encima de las expectativas del mercado.

El director general del Tesoro, Manuel Conthe asegura que 1992 "nos ha enseñado que no hay que echar las campanas al vuelo demasiado pronto". Su objetivo para 1993 es "conseguir una estructura de deuda más equilibrada, con mayor peso del largo plazo y menos influencia de la inversión extranjera y más de fondos de inversión y de pensiones españoles".Esta estrategia soportará su primer examen en enero, pues en el mes próximo se concentran las mayores amortizaciones del ejercicio: 2,37 billones de pesetas, es decir, casi la quinta parte de los vencimientos de todo el año. Además, de este volumen de amortizaciones, 1,7 billones corresponden a letras del Tesoro a un año y tres meses. Conthe resta importancia a esta concentración de vencimientos, aunque acepta que "si el Bundesbank no da una señal a favor de una ulterior bajada de intereses, el mercado podría ponerse nervioso".

Y es que el nerviosismo ha sido la nota dominante desde el no danés a Maastricht en junio. A partir de esa fecha, según el subdirector de deuda pública del Tesoro, Ignacio Garrido, "se multiplicó por dos la prima de riesgo asociada con España". Esto significa que cualquier inversor, y en especial los extranjeros, exigían para comprar deuda española un diferencial de intereses muy superior a del país más estable -es decir, Alemania-.

El resultado es que, desde julio, la deuda en manos de no residentes no dejó de caer desde los 2,65 billones de pesetas, que alcanzó como máximo histórico el 3 de julio, a 1,73 billones a medidados de noviembre, pocos días antes de la segunda devaluación de la peseta. Ahora el saldo de deuda pública en manos de no residentes ha subido hasta rozar los dos billones, según el Tesoro.

Los responsables del Tesoro reconocen que el protagonismo de la inversión extranjera en la compra de deuda a medio y largo plazo se convirtió en un boomerang desde el verano por esa exigencia de una prima de riesgo mayor. Hasta julio, los extranjeros compraron cerca de la tercera parte de estas emisiones, mientras que sólo adquirieron alrededor del 2% de las letras del Tesoro.

Operaciones de los bancos

Además, junto a los extranjeros, los segundos compradores de deuda española a más plazo eran -y son- los bancos y otras entidades de crédito. La salida de no residentes se sumó a las operaciones de los bancos para no perder rentabilidad de sus carteras. El resultado es más que conocido: en septiembre y octubre se desplomó el mercado secundario de deuda y el Tesoro tuvo que refugiarse en las letras a un año o menos plazo y a tipos de interés crecientes.Al cierre de este ejercicio, los 1,862 billones de pesetas que ha captado el Tesoro como financiación neta para pagar el déficit del Estado provienen, en la práctica, de las letras. Esto significa que las emisiones de letras -a un año, y a tres y seis meses- superan a las amortizaciones de este año en algo más de esa cifra. Los 1,1 billones de pesetas netos captados de la emisión de bonos y obligaciones compensan el descenso en la capacidad de financiación de los pagarés.

El objetivo ahora es que sean los inversores españoles los principales clientes del Tesoro en sus emisiones a largo plazo. Esto es posible, según Garrido, porque a pesar de los vaivenes del año, los fondos de inversión en renta fija "han demostrado ser casi inmunes".

La opinión compartida por el Tesoro y los operadores del mercado de deuda al resumir el año es que "el último semestre ha sido de infarto, pero ya pasó". Ahora, tras la cumbre de Edimburgo y las últimas declaraciones de responsables del Bundesbank sólo queda sellar la normalidad. Como paso previo, ayer el Tesoro adjudicó 271.142 millones en la subasta de bonos y obligaciones cuando hasta hace sólo días se apostaba por una nueva subasta desierta.

El Tesoro quiere que la subasta de ayer, con la práctica repetición de tipos -subieron entre una y nueve décimas- y una adjudicación superior a las del último semestre, sea el comienzo de un año normal, como el que pretendía ser 1992.

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