Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Un ciclo esencial

Los cuartetos de Beethoven son un monumento de la música clásica de todos los tiempos. Reflejan toda una vida, la evolución de un creador que sabe plasmar en ellos desde la frescura de una juventud heredera del espíritu del siglo XVIII en sus Opus 18 (1798-1800), hasta los progresos de lenguaje tímbrico, formales o sinfónicos en los vitalistas Razumovsky opus 59 (alrededor de 1805-1806), o el despojamiento, intensidad y desolación de los compuestos en los últimos anos, del Opus 127 al Opus 135 (entre 1823 y 1826).La Universidad Autónoma de Madrid y el Patrimonio Nac...

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Los cuartetos de Beethoven son un monumento de la música clásica de todos los tiempos. Reflejan toda una vida, la evolución de un creador que sabe plasmar en ellos desde la frescura de una juventud heredera del espíritu del siglo XVIII en sus Opus 18 (1798-1800), hasta los progresos de lenguaje tímbrico, formales o sinfónicos en los vitalistas Razumovsky opus 59 (alrededor de 1805-1806), o el despojamiento, intensidad y desolación de los compuestos en los últimos anos, del Opus 127 al Opus 135 (entre 1823 y 1826).La Universidad Autónoma de Madrid y el Patrimonio Nacional han organizado una serie de conciertos de todo el ciclo, en seis sesiones, con los Stradivarius del palacio Real y dos solventes agrupaciones: el Athenaeum Enesco, de origen rumano pero establecido en París (24, 26 y 28 de noviembre), y el Melos de Stuttgart (días 2, 3 y 4 de diciembre).

Cuartetos de Beethoven (1)

Obras: Cuarteto opus 18, número 4; Cuarteto opus 95, y Cuarteto opus 59, número 3. Ciclo de Música Universidad Autónoma. Intérpretes: Cuarteto Athenaeum Enesco. Auditorio Nacional. 24 de noviembre.

En la composición de los cinco programas que quedan hasta la conclusión del ciclo se ha cuidado que figuren al menos un cuarteto de primera época y otro de madurez. Con ello se percibe el tremendo y espectacular progreso de Beethoven, permitiendo además al oyente que no asiste todos los días tener una muestra representativa de la riqueza creativa del conjunto.

Abrió la serie el Athenaeum Enesco con el Opus 18, número 4, donde laten de una forma evidente todavía las influencias de Haydn y Mozart. El contraste con el Opus 95, solamente,10 años posterior, o con el Opus 59, número 3, con su maravilloso andante, permitió adentrarnos en todo tipo de consideraciones armónicas o contrapuntistas, constructivas e ideológicas. El cuarteto rumano, ya experto en la utilización de los Stradivarius de palacio (dieron a comienzos de 1991 el primer concierto con ellos después de la restauración por el luthier E. Vatelot), consiguió crear el clima preciso de concentración y afinidad.

Música pura

Curiosamente, en la sala había menos porcentaje de jóvenes y estudiantes que lo que es habitual en los conciertos de la Autónoma, y en particular cuando se interpretan obras del barroco. Una lástima. Estos conciertos son un acontecimiento de música pura (y dura, si se quiere, en los cuartetos finales) con contenidos plenos de intimidad y arrebato. De obligado conocimiento.

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