Del 'fujigolpe' al CCD

El presidente de Perú, Alberto Fujimori, de 54 años, consiguió en menos de ocho meses de Gobierno de facto, sin control de los poderes legislativo y judicial, el éxito más destacado en la lucha contra la guerrilla al detener al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. No se advierten, sin embargo, avances en el combate contra el narcotráfico, ni un giro decisivo en la crisis económica que asuela el país.El fujigolpe del pasado 5 de abril se recibió con una mezcla de repudio verbal en los Gobiernos extranjeros, pero al mismo tiempo con una cierta dosis de comprensión bajo cu...

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El presidente de Perú, Alberto Fujimori, de 54 años, consiguió en menos de ocho meses de Gobierno de facto, sin control de los poderes legislativo y judicial, el éxito más destacado en la lucha contra la guerrilla al detener al líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. No se advierten, sin embargo, avances en el combate contra el narcotráfico, ni un giro decisivo en la crisis económica que asuela el país.El fujigolpe del pasado 5 de abril se recibió con una mezcla de repudio verbal en los Gobiernos extranjeros, pero al mismo tiempo con una cierta dosis de comprensión bajo cuerda ante la crítica situación por la que atravesaba Perú. Sólo Venezuela y Panamá rompieron relaciones con el Gobierno de facto de Fujimori.

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El fujigolpe nació con el apoyo de la opinión pública peruana, hastiada de la ineficacia de los parlamentarios y la corrupción del Poder Judicial. La oposición de los partidos al golpe se encontró con un país que vitoreaba al chino, quien contaba con apoyos de hasta el 80% de la población y manejaba todos los resortes de la demagogia para desprestigiar a los políticos tradicionales y predicar la verdadera democracia, la suya. El intento de la oposición de destituir a Fujimori e imponer al vicepresidente, Máximo San Román, quien se encontraba fuera de Perú cuando el fujigolpe, fracasó. Las Fuerzas Armadas y la calle estaban con Fujimori.

Hace tan sólo nueve días un puñado de militares en retiro, con conexiones entre los en activo, trató de derribar a Fujimori para restablecer el orden constitucional quebrado por el fujigolpe. La intentona fracasó, pero puso de manifiesto que la unidad de las Fuerzas Armadas en torno a Fujimori no es monolítica y que el presidente no puede ahora fiarse de nadie. Su refugio en la Embajada de Japón la noche del contragolpe muestra su desconfianza.

En el campo económico, el Gobierno de Fujimori no ha conseguido la reactivación, aunque se ha logrado reducir las cifras escandalosas de inflación que en 1990 habían llegado casi a un 8.000% anual. Desde el fujigolpe la inflación se mantiene en torno a un 3% mensual.

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