Intensidad 10

Jackie McLean tiene la habilidad de manejar el melindroso instrumento del saxo como si esgrimiese un cuchillo bien afilado. El alto en sus manos frunce el ceño y aprieta las mandíbulas, pone cara de velocidad y olfatea como un sabueso hiperactivo. Su estilo es duro y áspero, quizá algo desaliñado, pendiente de la expresión. y parcialmente despreocupado de la belleza formal.Todos en su grupo parecen sintonizar con la misma idea. El trombonista Steve Davis luce un swing elegante y una articulación clara y precisa. La sección rítmica, vital en música tan enérgica, empuja con tanto vigor que el pi...

Jackie McLean tiene la habilidad de manejar el melindroso instrumento del saxo como si esgrimiese un cuchillo bien afilado. El alto en sus manos frunce el ceño y aprieta las mandíbulas, pone cara de velocidad y olfatea como un sabueso hiperactivo. Su estilo es duro y áspero, quizá algo desaliñado, pendiente de la expresión. y parcialmente despreocupado de la belleza formal.Todos en su grupo parecen sintonizar con la misma idea. El trombonista Steve Davis luce un swing elegante y una articulación clara y precisa. La sección rítmica, vital en música tan enérgica, empuja con tanto vigor que el pianista Alan Palmer, farragoso y algo extravagante, se ve apurado en más de una ocasión.Desde la primera pieza, Rythm of the earth, título de su último disco, se comprobó que el McLean remozado también se encuentra a gusto entre ritmos exuberantes y obsesivos. Su intensidad, diez sobre diez en cualquier escala conocida, puso el dedo en la llaga tanto sobre los tempos fulgurantes, The explorers, como sobre los reposados.