Crítica:TEATRO

Un relámpago sucio

Charles Bukowski, "aullando en todos sus libros" -esto decía de él uno de sus críticos-, aúlla ahora en un escenario madrileño, a través de la voz privilegiada y ajustada de Juan Diego.La escritura, la ansiedad del escritor estadounidense, que dan esta vez algo moderadas, o reprimidas, rehechas por Jesús Cracio: ni en un teatro audaz, en una esquina de la calle del Pez -la sala Alfil- podría darse todo Charles Bukowski ante el público.

Aun así, a muchos les parecera excesivo. Se trata de un ensayo breve: algunas escenas, algún fragmento de relato del "viejo indecente", Henry Chinaski en...

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Charles Bukowski, "aullando en todos sus libros" -esto decía de él uno de sus críticos-, aúlla ahora en un escenario madrileño, a través de la voz privilegiada y ajustada de Juan Diego.La escritura, la ansiedad del escritor estadounidense, que dan esta vez algo moderadas, o reprimidas, rehechas por Jesús Cracio: ni en un teatro audaz, en una esquina de la calle del Pez -la sala Alfil- podría darse todo Charles Bukowski ante el público.

Aun así, a muchos les parecera excesivo. Se trata de un ensayo breve: algunas escenas, algún fragmento de relato del "viejo indecente", Henry Chinaski en persona (le llaman Charlie: como si fuera el mismo autor) planteados por Jesús Cracio como escritor y director: es un buen trabajo. El relámpago sucio que percibimos de Charles Bukowski impulsa a leerle más.

No hay camino al paraíso, nena

Espectáculo ideado por Jesús Cracio e inspirado en personajes del mundo literario de Charles Bukowski. Dramaturgia y dirección: Jesús Cracio. Intérpretes: Juan Diego, Celia Bermejo, Roberto Cerdá, Pilar Fluente, Sandra Toral. Escenografía y vestuario: Paloma López Pérez. Estreno: Teatro Alfil, Madrid, día 21 de octubre.

Es ésta, sobre todo, una brillante aventura interpretativa de Juan Diego, que tiene su camino profesional abierto y resuelto, pero que no abandona sus vocaciones, sus ideas generales. Hace bien: aparte de la cuestión ética, hay una revaluación profesional que cumple muy bien.

Juan Diego está metido en el personaje; o el personaje metido en Juan Diego, no sé. El hecho es que pone en él la dureza, la ternura, el alcoholismo, la sexualidad, la derrota del perdedor, el medio camino del "escritor de segunda fila": la tragedia que lleva consigo una insatisfacción absoluta.

Quizá en No hay camino al paraíso, nena merecería la pena llevar dentro un ensayo más largo, más completo, más dramatizado, de trasladar a la escritura de Charles Bukowski al teatro; pero esto no sería fácil; tal vez incluso sería imposible.

Junto a Juan Diego hay tres actrices llamativas, que hacen bien sus papeles y ayudan a llenar la escena. Todo gustó en la representación de No hay camino al paraíso, nena: a partir de Charles Bukowski, al que están yendo a ver y a oír sus ya maduros admiradores -aquí fue en tiempos un aunténtico ídolo de los perdedores- y también los más jóvenes. Juan Diego recibió valiosas y merecidas ovaciones, que fueron compartidas con todos los que han trabajado en este acto

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