ENÉRGICA REIVINDICACIÓN EN FERRAZ

Acampada en el asfalto

Doscientos enfermos pasan la noche en la calle para que la Administración les atienda

Los enfermos por ingestión de aceite de colza tienen auténticas tablas después de 12 años de pelea por una indemnización. Mujeres ya ancianas y enfermas decían esta madrugada, sinceras y resignadas, que no les importaba nada pasar la noche a la intemperie, ni las que hiciese falta. Hasta doscientos afectados durmieron esta noche en la calle, cobijados bajo las cornisas, con cartones, mantas o sacos como cobertores. Cinco tiendas de campaña estaban plantadas en medio de la calzada de Ferraz, en la manzana limitada por las calles de Buen Suceso y Quintana. En la manzana siguiente está la sede de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los enfermos por ingestión de aceite de colza tienen auténticas tablas después de 12 años de pelea por una indemnización. Mujeres ya ancianas y enfermas decían esta madrugada, sinceras y resignadas, que no les importaba nada pasar la noche a la intemperie, ni las que hiciese falta. Hasta doscientos afectados durmieron esta noche en la calle, cobijados bajo las cornisas, con cartones, mantas o sacos como cobertores. Cinco tiendas de campaña estaban plantadas en medio de la calzada de Ferraz, en la manzana limitada por las calles de Buen Suceso y Quintana. En la manzana siguiente está la sede del partido en el Gobierno, el PSOE.

Más información

El tramo de la calle de Ferraz ocupado por los enfermos de la colza parecía anoche un túnel peatonal de los que habitan los indigentes. Pero las personas que lo ocupaban estaban aseadas y alimentadas, aunque con bastantes achaques. Anoche tan sólo disponían de cinco tiendas de campaña. Las habían clavado al asfalto, mientras que unas cuerdas tendidas a los árboles las sujetaban desde lo alto. La Cruz Roja ha ofrecido otras quince para hoy, explicaba Agustín García, tesorero de la Asociación de Afectados de Leganés, que la componen unas 12.000 personas.Los vecinos de la calle han sido solidarios. Los del inmueble número 29 abrieron sus puertas para que se resguardasen en el portal. También ofreció su templo el párroco de la iglesia que hace esquina con Marqués de Urquijo. Las mujeres de las viviendas bajaban botellas de café con leche. A medianoche ya había caído el primer chaparrón, y la madrugada se adivinaba fría. José Luis del Coso, un afectado de 61 años, afirmaba que este tipo de apoyos son los que les hacen seguir peleando por unas indemnizaciones que no llegan

Última oportunidad

Arcadio Fernández, presidente de Anasto, la asociación nacional de afectados, explicaba que ésta puede ser la última batalla para conseguir que el Estado se haga responsable civil subsidiario de sus indemnizaciones. En cuanto se apruebe el proyecto de ley del Código Penal, aquellos delitos o faltas cometidos por funcionarios sólo tendrán a éstos como últimos responsables.

Arcadio se preguntaba ayer si un documento ha de tener sellada la entrada en un ministerio no vale su entrega en mano para tener carácter oficial. Así contestaba al ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, quien ayer dijo no haber recibido un informe sobre los afectados, condición para dialogar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Anoche, los enfermos estaban agradecidos con la atención recibida en la calle. La Comunidad de Madrid aportó ambulancias y la Cruz Roja se encargará hoy de parte de la intendencia. Pero no todos estaban satisfechos. María Blázquez denunciaba que las ambulancias no quisieron inyectarle las 36 unidades de insulina que necesita. "Tenía las ampollas y la jeringilla y he tenido que acudir a una farmacia de la calle". Esta mujer, que no recuerda su edad -"68", apunta Adoración Fraile, cobijada bajo el mismo cobertor que María- si enumeraba todos los "saraos" en los que ha estado protestando por su problema, que es el de 20.000 españoles.

También vinieron enfermos de Valladolid, resguardados bajo un gran escaparate. Araceli Cabero Vargas, de 60 años, y Ángel Domínguez Payo, de 59. Ellos y una hija sufren la misteriosa enfermedad. "Los médicos nos dicen que los dolores son subjetivos, y que mi artrosis sólo es achacable a mi edad", se lamenta Ángel. Adoración, que está en la acera de enfrente, también se quejaba de la atención que reciben doce años después. Esta mujer, enferma ella y con una hija de 20 años también afectada proclamaba que "pese al frío y al agua hay que estar hasta el final". Se disponía a pasar la noche en una silla y con una manta que cubría las piernas de otras mujeres. Hasta el restaurante hindú Adrish invitó a café a los congregados en la calle. Su propietaria, Teresa Fernández, asegura que hay que aceptarlo, "por humanidad".

Archivado En