Crítica:ÓPERA

Cuestión de estilo

Peliagudo dilema, las fidelidades: una pretensión imposible. The English Bach Festival, que dirige Lina Lalandi, tiene sus criterios propios en el acercamiento a Rossini, no demasiado distantes de los que usa con el Barroco. Intenta reproducir en la puesta en escena las situaciones más cercanas posibles al estreno de la obra: perspectivas en telones pintados, columnas, antorchas, vestuario con abundancia de dorados, movimiento con predominio de la simetría, estilización del gesto, tendencia a una especie de ballet. El planteamiento es museístico, pero resulta distante: las imágenes la poesía, ...

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Peliagudo dilema, las fidelidades: una pretensión imposible. The English Bach Festival, que dirige Lina Lalandi, tiene sus criterios propios en el acercamiento a Rossini, no demasiado distantes de los que usa con el Barroco. Intenta reproducir en la puesta en escena las situaciones más cercanas posibles al estreno de la obra: perspectivas en telones pintados, columnas, antorchas, vestuario con abundancia de dorados, movimiento con predominio de la simetría, estilización del gesto, tendencia a una especie de ballet. El planteamiento es museístico, pero resulta distante: las imágenes la poesía, se perciben hoy de otra manera. El teatro es vida, no arqueología.Utilizan instrumentos de época, algo cada día más frecuente. Abusan de los contrastes, del efecto dramático. La ligereza, la transparencia, el equilibrio de las dosificaciones de Rossini llegan con dificultad.

Le siège de Corinthe

De Rossini. The English Bach Festival Trust. Director de orquesta: Howard Williams. Director artístico: Alain Germain. Festival de Otoño. Teatro de la Zarzuela. 1 de octubre.

El elenco vocal no pasa de la discreción. Destacan Justin Lavender (Neocles), precisamente es el que está más en estilo belcantista. A Sharon Cooper (Pamira), tan excelente en otros repertorios, le desborda a veces la tesitura; su buen gusto no impide alguna desafinación. John Rath (Mahomet), voz potente, tiene una línea de canto a empujones, con cierto amaneramiento.

El espectáculo tal vez no entusiasme, pero interesa. Las buenas intenciones del Festival de Otoño habrían merecido un resultado más cálido. No se llenó la sala, tal vez la crisis económica o una prueba más de que la curiosidad operística no es un rasgo del público de Madrid.

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