El público de La Cartuja agradeció el flamenco de Mario Maya

El bailaor gitano,Mario Maya apareció en el inmenso escenario del Auditorio de la Expo sentado en una banqueta de espaldas al público, vestido de rojo y negro, y rodeado por un cuadro de guitarristas y cantaores. En pocos minutos y sin despegarse del asiento, sus tacones habían arrancado los primeros olés de la noche.Antes de que comenzara el espectáculo, cuyo plato fuerte era El Amor Brujo, de Falla, un hombre comentaba quejándose: ,esto que hacen hoy es flamenco ¿no?, porque cada vez que organizan algo y dicen que es flamenco, sólo lo parece, pero no lo es". El público que ayer espera...

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El bailaor gitano,Mario Maya apareció en el inmenso escenario del Auditorio de la Expo sentado en una banqueta de espaldas al público, vestido de rojo y negro, y rodeado por un cuadro de guitarristas y cantaores. En pocos minutos y sin despegarse del asiento, sus tacones habían arrancado los primeros olés de la noche.Antes de que comenzara el espectáculo, cuyo plato fuerte era El Amor Brujo, de Falla, un hombre comentaba quejándose: ,esto que hacen hoy es flamenco ¿no?, porque cada vez que organizan algo y dicen que es flamenco, sólo lo parece, pero no lo es". El público que ayer esperaba sentado en las calurosas guiadas del Auditorio quería flamenco; ellas agitaban abanicos, ellos los programas, y todos hablaban del calor. El espectáculo comenzó con El tiempo, una pieza dedicada a Pilar López, con la que Mario Maya empezó su carrera artística. Un grupo de bailarines y bailarinas recorría el inmenso escenario ejecutando pasos muy sencillos y muy flamencos mientras formaban cuadros simétricos.

El Auditorio de la Expo es un recinto enorme -casi 5.000 entradas- que difícilmente se llena. Por eso, aunque había bastante público, resultaba frío al quedar tantos asientos vacíos. "Yo sólo lo he visto lleno cuando lo de Azabache- decía una mujer refiriéndose a la- obra que homenajea a la copla y en la que participaba Rocío Jurado entre otras.

Sin embargo, la compañía notó el calor del público. En cuanto la pequeña figura de este gran bailaor apareció en el escenario la gente dejó de agitar el aire, y muchos se frotaban las manos conteniéndose en sus asientos. Un hombre acabó estallando: "¡es increíble, esto sólo lo puede hacer Mário!".

Mario Maya es un bailaor criado en el barrio gitano del Sacromonte de Granada. Comenzó su carrera en el Ballet de Pilar López, a la que ayer le dedica una de las piezas. Su trabajo dentro del flamenco ha estado marcado por la búsqueda de nuevas formas para hacer evolucionar este arte, y ha sido uno de los pioneros del llamado Teatro Flamenco de vanguardia.

Pureza gitana

El Amor Brujo que presentó Maya mezcla la partitura original de Manuel de Falla con elementos del flamenco gitano. Es ésta una obra de danza, pasión y fuego a la que ayer se unió otro elemento: el rock. Unos ritmos machacones, se colaron en el Auditorio durante toda la noche sin conseguir distraer a la gente que seguía atenta esta tragedia gitana. Comenzó con los acordes de la pieza original a los que siguieron los pitos, la! palmas y los, cantes. Lo que más gustó, como no, la Danza del Fuego.

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