EE UU prepara una acción militar en Bosnia para garantizar el envío de ayuda humanitaria

Estados Unidos ha iniciado consultas con los aliados sobre una posible acción militar en Bosnia para proteger la entrega de ayuda humanitaria a la población. La situación es absolutamente dramática en Gorazde, donde 70.000 musulmanes corren peligro de morirse de hambre, de ahí que se estudie la posibilidad de lanzar en paracaídas alimentos y medicamentos. "Apoyaremos cualquier resolución de las Naciones Unidas que autorice el uso de todas las medidas necesarias para garantizar la entrega de ayuda humanitaria", declaró ayer John Bolton, subsecretario de Estado norteamericano para organizaciones...

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Estados Unidos ha iniciado consultas con los aliados sobre una posible acción militar en Bosnia para proteger la entrega de ayuda humanitaria a la población. La situación es absolutamente dramática en Gorazde, donde 70.000 musulmanes corren peligro de morirse de hambre, de ahí que se estudie la posibilidad de lanzar en paracaídas alimentos y medicamentos. "Apoyaremos cualquier resolución de las Naciones Unidas que autorice el uso de todas las medidas necesarias para garantizar la entrega de ayuda humanitaria", declaró ayer John Bolton, subsecretario de Estado norteamericano para organizaciones internacionales, en Ginebra, donde hoy se abre la conferencia sobre los refugiados de la guerra en Bosnia-Herzegovina.

Mujeres y niños, encerrados en vagones de mercancías o ganado, lloraban y pedían, entre sollozos y gritos desesperados, agua. Algunos serbios que se hallaban en la estación de ferrocarril intentaron acercar un cubo de agua a las manos que surgían de una de las ventanucas enrejadas, única ventilación para las infelices gerites hacinadas en los vagones. Civiles serbios armados lo impidieron con energía. "Nada de agua, que son fundamentalistas islámicos".Esta escena no pertenece a un documental sobre la deportación de judíos europeos durante la II Guerra Mundial. Confirmada por numerosos testigos llegados a Zagreb y Karlovac (Croacia), se produjo días atrás en Prijedor, Bosnia noroccidental. Musulmanes bosnios eran deportados por las fuerzas serbias hacia Croacia.

Mientras, en Londres, el líder de la guerrilla serbia, Radovan Karadzic, puso finalmente ayer sus cartas sobre la mesa al anunciar que todo alto el fuego tiene que ir vinculado a un "acuerdo político" sobre la división territorial de esta república soberana y miembro de las Naciones Unidas.

División étnica

Todo parece indicar que ante la previsible caída de la ciudad de Gorazde en manos de sus tropas y ante la indecisión de la comunidad internacional sobre si intervenir militarmente o no en Bosnia, Karadzic se considera ya victorioso. Su declaración equivale a proclamar que sus armas sólo callarán cuando las otras partes hayan aceptado la división étnica de Bosnia, que el líder serbio en esta república propugna e impone ya de hecho sobre el terreno con las deportaciones forzosas y el terror ejercido por en los territorios ocupados.

Karadzic pidió "el inicio inmediato de conversaciones directas entre todas las partes", pero el ministro de Exteriores de Bosnia-Herzegovina, Haris Silaijdzic, se negó a negociar en estos términos. "No estamos dispuestos a que nos impongan por la fuerza de las armas y el hambre, una negociación que no es tal".

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La conferencia de Ginebra, solicitada por Alemania para intentar forzar a otros países europeos a asumir parte de la marea de refugiados que huyen de la guerra hacia Centroeuropa, amenaza con convertirse en una prueba más de la impotencia de la comunidad internacional en afrontar el conflicto balcánico. Con Francia y el Reino Unido a la cabeza del frente de países opuesto a abrir sus fronteras a los refugiados bosnios y con Alemania, que ya ha acogido a más de 200.000, el conflicto en el seno de la Comunidad Europea parece seguro. "La conferencia se puede convertir en una arena para acusaciones mutuas que nos impida concentrarnos en las tareas de alivio de la situación", manifestó la portavoz del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Silvana Foa. El máximo responsable del ACNUR en los Balcanes, el español José María Mendiluce advierte que de no acordarse medidas urgentes este invierno pueden morir por frío, hambre y enfermedades hasta medio millón de personas, en su inmensa mayoría musulmanes bosnios expulsados de sus hogares por las fuerzas serbias.

Esta catástrofe a añadir a las decenas de miles de muertos provocados por la guerra y las operaciones de limpieza étnica realizadas por las fuerzas insurrectas serbias en Bosnia, apoyadas por Belgrado, tendría por escenario regiones a menos de 300 kilómetros de Venecia. Las acciones de limpieza étnica aplicadas por los serbios han adquirido en las últimas semanas especial virulencia en la región noroccidental de la república, tras la caída de la última resistencia conjunta de tropas croatas y fuerzas leales a la presidencia de Bosnia-Herzegovina.

Mandos de la ONU han confirmado que los líderes guerrilleros serbios les han sometido a presión para que cooperen en la expulsión de los musulmanes de esta región. "El chantaje es muy simple. Dicen que si no evacuamos a esta gente, van a pasar cosas malas", señaló el responsable del ACNUR en Zagreb, Jean Claude Concolato. "Mientras estabamos allí [en la ciudad de Bosanski Novil] dos casas [de musulmanes] fueron voladas y un musulmán muerto por francotiradores. En tres semanas, mis hombres sacaron tres cadáveres que flotaban sobre el río Una", añadió.

Hay muchos Sarajevos

Sarajevo es ya un símbolo en todo el mundo de los sufrimientos de la población civil en la guerra en Bosnia-Herzegovina. Sin embargo, esta ciudad, semidestruida ya, puede considerarse afortunada si compara su suerte con la de otras localidades menores, como Gorazde, Doboj, Prijedor, Derventa, Visegrad o Foca. Éstas no tienen aeropuerto en el que recibir ayuda humanitaria, ni visitas de estadistas, ni presencia de la prensa extranjera.Estas ciudades e infinidad de pueblecitos y aldeas perdidas por las montañas de Bosnia han sido escenario de atrocidades tales que, por increíbles, afectan a la credibilidad de los testigos. Así, un periodista británico que había ofrecido a su emisora de radio el relato de su descubrimiento de una treintena de musulmanes degollados tras retirarse las fuerzas serbias de una aldea bosnia recibió por respuesta que su crónica no se emitiría hasta que no la "completara" con una matanza cometida por musulmanes. A estos extremos ha llegado la política de "equiparación", que no ecuanimidad, aplicada por muchos Gobiernos y medios occidentales a la guerra en Bosnia.

Ayer, otra periodista británica, testigo del implacable bombardeo sobre Gorazde, comentaba abatida la falta de reacción efectiva de la comunidad internacional. Según decía, el miedo en situaciones de peligro lo dispara en gran parte esa sensación de gratuidad del testimonio ofrecido. "Para qué tanto peligro y miedo. No hacen nada".

Mientras decía esto, recordando a una joven camarógrafa de la cadena estadounidense CNN que perdió hace días la mandíbula inferior y la lengua por el impacto de una bala explosiva, el jefe del francotirador serbio responsable de destrozarle la cara y la vida a su amiga, Radovan Karadzic, aparecía victorioso en televisión. Karadzic, calificado de "dialogante", hablaba de "progresos en las negoclaciones", ya que la Comunidad Europea "comprende la situación".

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