Crítica:CLÁSICA

Triunfo apabullante de la Scala en Madrid

Como en Sevilla, el Réquiem de Verdi, traído por los coros y orquesta de la Scala de Milán, bajo la dirección de Riccardo Muti, movilizó a los madrileños. A la puerta del auditorio eran muchos quienes limosneaban una entrada, y, dentro, el local aparecía atestado y dispuesto a un entusiasmo que estalló ya en cuanto los cantores e instrumentistas italianos aparecieron en el estrado.Hubo cambios con relación a la versión de la Maestranza. La mezzo Dolora Zajick posee una voz grande y hermosa, de gran tonalidad dramática, aunque su musicalidad no supere la de la D'lntino, dicho sea ...

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Como en Sevilla, el Réquiem de Verdi, traído por los coros y orquesta de la Scala de Milán, bajo la dirección de Riccardo Muti, movilizó a los madrileños. A la puerta del auditorio eran muchos quienes limosneaban una entrada, y, dentro, el local aparecía atestado y dispuesto a un entusiasmo que estalló ya en cuanto los cantores e instrumentistas italianos aparecieron en el estrado.Hubo cambios con relación a la versión de la Maestranza. La mezzo Dolora Zajick posee una voz grande y hermosa, de gran tonalidad dramática, aunque su musicalidad no supere la de la D'lntino, dicho sea en elogio de las dos. El tenor, Vincenzo la Scola mejoró la marca de su colega Leech particularmente en todo aquello que tiene algo que ver con el belcantismo, lo que en Verdi es bastante.

Madrid Capital Europea de la Cultura

Coro y orquesta de la Scala. Director: R. Muti. Director del coro: R. Gabbiani. Solistas: D. Dessi, D. Zajick, V. La Scola y P. Plishka.Auditorio Nacional, Madrid, 13 de julio.

El acondicionamiento acústico

Desde un punto de vista comparativo, lo más sobresaliente fue comprobar hasta qué punto una acústica condiciona una versión. El largo tiempo de reverberación del auditorio y la presencia invasora que el sonido alcanza en la sala de García de Paredes restaron claridad a la exposición y quitaron poesía en beneficio de una espectacularidad que nunca debiera ir en contra del detalle, el justo equilibrio y la claridad. Para entendernos, podríamos decir que el Réquiem sevillano fue hondamente poético y con un cierto distanciamiento que enaltece la categoría artística de la versión; el de Madrid resultó arrebatador, apabullante, más provocador de sensaciones que de emociones. Siete u ocho minutos de ovación rubricaron la estupenda actuación de los milaneses, especialmente queridos y admirados, como ya es sabido, por los españoles.

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