Crítica:EXPOSICIONES

Ejercicios de la memoria escultórica

Aunque la dedicación a la obra sobre papel suele ser harto frecuente entre los escultores y los creadores tridimensionales, ésta suele fluctuar, habitualente, en los márgenes de un trabajo de índole más o menos proyectual y en los límites de una reducción de los repertorios figurales o icónicos a la bidimensionalidad de una superficie, salvo algunas y notorias excepciones. La vasta ópera sobre papel de Guillén-Balmes (Comellà, 1954), una parte de la cual constituye la esencia de la presente exposición, sobrepasa con creces cualquier suposición relativa a esas posibilidades antes citadas: no só...

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Aunque la dedicación a la obra sobre papel suele ser harto frecuente entre los escultores y los creadores tridimensionales, ésta suele fluctuar, habitualente, en los márgenes de un trabajo de índole más o menos proyectual y en los límites de una reducción de los repertorios figurales o icónicos a la bidimensionalidad de una superficie, salvo algunas y notorias excepciones. La vasta ópera sobre papel de Guillén-Balmes (Comellà, 1954), una parte de la cual constituye la esencia de la presente exposición, sobrepasa con creces cualquier suposición relativa a esas posibilidades antes citadas: no sólo discurre por unos caminos paralelos -e igualmente intensificados- por lo que respecta a su producción objetual, sino que acaba por constituir una especie de segundo lenguaje autónomo con el que construye situaciones y soluciones visuales de alto poder comunicativo y de gran eficacia estética.Está enmarcada dentro de un ambicioso proyecto global que el propio autor denomina "arqueología de artista" y que se fundamenta tanto en la idea de vestigio como en la recurrencia a la fragmentación apriorística como síntoma de una virtual globalidad. La obra sobre papel adquiere una relevancia especial por todo cuanto contiene de memoria de lo existente y de anticipo de lo venidero, y como si se tratara de una sutil cartografía del pensamiento que acabara de otorgarle esa condición de acompañante para su trabajo escultórico.

Ramón Guillem-Balmes

Galería Pèrgamon. Duc de la Victòria, 12. Barcelona. Hasta el 30 de junio

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Las obras aquí seleccionadas dan la mejor imagen no sólo de lo que es su inacabable trabajo sobre papel, sino también de lo que constituye la esencia de su escultura de estos últimos tiempos: un repertorio figural muy consolidado oscilante entre lo que podrían ser unas prótesis o unos artilugios clínicos junto con unos objetos de propensiones sadomasoquistas, y todo aquello que sin ser directamente reconocible acaba por aparecer revestido de un fuerte carácter fálico tanto por forma como por su posición de uso.

Aquí hallamos una idea de lo que es el trabajo del artista: la recurrencia a la reflexión y a unas considerables dosis de las improntas originadas en una nueva sensibilidad procedente de esos campos cada vez más fértiles y que ahonda sus raíces en una subjetividad que huye de la anécdota autobiográfica para hincarse en el corazón de la pasión.

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