Entrevista:

"El referéndum danés no significa una derrota para Europa"

Hans-Dietrich Genscher, de 65 años, rechaza de plano las afirmaciones de que va a ser el futuro sucesor de Jacques Delors al frente de la Comisión Europea, en Bruselas, o de Richard von Weizsäcker en la presidencia de Alemania.Pregunta. Según algunos, los 11 deben seguir adelante por el camino de Maastricht sin dudas de ningún tipo. Otros piensan que el voto danés es una señal que hay que tomar muy en serio. ¿Qué opina?

Respuesta. Si nuestra reacción es clara, si seguimos adelante con Maastricht, el resultado del referéndum danés no significará una derrota para Europa. Las...

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Hans-Dietrich Genscher, de 65 años, rechaza de plano las afirmaciones de que va a ser el futuro sucesor de Jacques Delors al frente de la Comisión Europea, en Bruselas, o de Richard von Weizsäcker en la presidencia de Alemania.Pregunta. Según algunos, los 11 deben seguir adelante por el camino de Maastricht sin dudas de ningún tipo. Otros piensan que el voto danés es una señal que hay que tomar muy en serio. ¿Qué opina?

Respuesta. Si nuestra reacción es clara, si seguimos adelante con Maastricht, el resultado del referéndum danés no significará una derrota para Europa. Las razones que nos llevaron a firmar el tratado siguen siendo válidas. Y ésta no va a ser la última palabra de Dinamarca; el propio ministro danés no excluye otro referéndum a finales de año que plantee con claridad los términos de la alternativa, colocando a los ciudadanos ante las consecuen cias de una salida de la Comunidad. En mi opinión, este episodio puede tener un efecto positivo. Hasta ahora, el significado del tratado había permanecido fuera de las conciencias. Ha habido un defecto de superficialidad por parte de los Gobiernos. Sólo ahora está empezando una discusión sobre Maastricht que es necesaria en la democracia, y que acabará profundizando el significado de la Unión Europea. Además, en Bruselas, muchos van a comprender ahora por qué nosotros, los alemanes, hemos insistido en el principio de la subsidiaridad [la intervención comunitaria queda reservada sólo a los problemas que los distintos Estados miembros no puedan resolver eficazmente] y en, la idea de una Europa federativa, no centralista.

P. El problema no es sólo el de una Europa federativa, sino también el de una Europa de dos velocidades.

R. No sé si es así exactamente. Para mí, el proceso de unificación europea es la consecuencia histórica de las vías equivocadas tomadas por Europa en la primera mitad del presente siglo. Desde este punto de vista no ha cambiado nada, al contrario. Si miro hacia el este y hacia el sur de Europa veo surgir nuevos nacionalismos. No es mi intención criticarlos, porque la historia se mueve pendularmente y ésta es la reacción a las violencias ideológicas, a las constricciones llevadas a cabo por la hegemonía soviética. Es mucho más importante, pues, que sea salvaguardada una nueva cultura de la convivencia entre los pueblos allí donde ya está consolidada, en la CE. Asimismo, ¿no se acuerdan, acaso, nuestros vecinos del miedo que tenían en 1989, cuando pensaban que Alemania iba a separarse de Europa? Que no hagan, pues, en 1992 lo que temíamos en 1989-90, que no bloqueen el tren europeo. Hay que proseguir el camino. Una Alemania integrada en Europa es un bien para Europa y un bien para Alemania.

P. Pero ¿qué les dice a los alemanes, que temen por la estabilidad del marco?

R. La respuesta es más fácil de lo que pueda pensarse. En el espacio económico europeo común que tendremos a partir del año que viene, no será fácil mantener una isla de estabilidad alemana. Por eso será conveniente, también para los alemanes, aprovechar la ocasión de hacer de este espacio europeo un espa cio de estabilidad de conjunto. Éstas la condición para dar nuestro asentimiento a la unión: un banco europeo independiente respecto de las indicaciones de los Gobiernos, y por tanto, de los intereses cotidianos de Ia política. Ésta es la garantía para una política de estabilidad que consideramos esencial, y cuando esta política de estabilidad se apoye sobre hombros más anchos que los de Alemania será mejor también para Alemania, que en los años anteriores se ha visto obligada, en la política monetaria internacional, a llevar las cargas de otros.

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P. Usted ha viajado por la Europa del Este invitando con mucha generosidad a todos a ingresar en la CE. ¿Es realista esa liberalidad?

R. Hay una cosa en la que todos estamos de acuerdo: Polonia, Checoslovaquia y Hungría tienen derecho a ingresar. Y lo harán, ya lo hemos establecido en los tratados de asociación. Y es lógico, porque si estos tres países hubiesen tenido la oportunidad de entrar en la Comunidad el año de su fundación lo habrían hecho. La historia los ha situado en desventaja, pero han sido siempre europeos.

P. ¿Cuándo podrán entrar? ¿A finales de la. presente década?

R. Creo que sí. Todos estamos convencidos de que para hacer posible el ingreso de estos países y salvaguardar la capacidad de funcionamiento de la CE son indispensables los Tratados de Maastricht y otras formas que refuercen la funcionalidad de los organismos comunitarios.

P. Para reforzar la Comunidad ha sido necesario siempre el motor franco-alemán.

R. Efectivamente, acabamos de crear el Cuerpo de Ejército franco-alemán, lo que significa que Francia y Alemania han extraído consecuencias también en lo que se refiere a la identidad de la seguridad y defensa de la nueva Europa. El cuerpo queda abierto a la participación de los demás países. Por otro lado, en estos días, se ha tomado en Oslo una decisión importante: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está dispuesta a operar en el marco de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europea (CSCE). Esto significa que sobre la cuestión del compromiso estadounidense en Europa no existe la más mínima diferencia de criterio entre nosotros Y los franceses. En el futuro, la presencia de EE UU es importante para la estabilidad del continente. Cuando los estadounidenses se quedaron en Europa al final de la II Guerra Mundial, no lo hicieron sólo por amor a los europeos, sino también por su interés. Este interés sigue en pie. Su presencia en esta posguerra ha contribuido a crear relaciones estables y a impedir nuevas guerras. El fin de la guerra fría no significa que los, problemas se hayan terminado. La historia nos sitúa ante desafíos nuevos, a los que queremos hacer frente juntos en este gran espacio de seguridad que va de Vancouver a VIadivostok.

P. Pero el Cuerpo de Ejército franco-alemán ha alarmado también a Washington, y además no están nada claras sus relaciones con la OTAN y la Unión Europea Occidental (UEO).

R. Naturalmente, sabíamos desde el comienzo que crear un Cuerpo de Ejército entre fuerzas que en parte están integradas en la OTAN y en parte no es una iniciativa audaz. Al final se verá que este Cuerpo de Ejército va a contribuir mucho a la identidad de defensa europea, sin quitar nada a la OTAN o a los compromisos de Alemania dentro de la Alianza. Vuelvo a insistir en la importancia de la decisión de Oslo, porque estoy convencido de que la CSCE deberá desempenar un papel mucho más importante en Europa. La CSCE ha permitido hallar transiciones pacíficas de las dictaduras comunistas hacia la democracia. Y hoy debe permitimos alcanzar la estabilidad en Europa. Por eso deberá organizarse como pacto regional, en el sentido de la Carta de la ONU, teniendo, pues, como la ONU, autoridad para imponer medidas coercitivas. Por eso necesita Fuerzas Armadas. Y esto no debería ser un asunto de cada Estado, sino de las organizaciones que ya existen, es decir, de la OTAN -y esto demuestra la actitud nueva de los estadounidenses hacia la CSCE, respecto a la cual esta.ban, como mínimo, escépticos-. La otra organización es la UEO. Se decidirá lo que hay que hacer en cada caso. Pero no será una cosa exclusiva. En esto veo un gran progreso con vistas a un papel estabilizador de Europa, pero deseo que nos pongamos sobre aviso respecto a que pensemos predominantemente en categorías militares. La estabilidad en Europa se basa en otros factores muy distintos.

P. ¿Cree que su política y la del canciller Kohl han dado los resultados esperados en la crisis yugoslava?

R. Ha sido el Ejército federal, no los alemanes, el que ha invadido Eslovenia cuando ésta quería independizarse. Y luego Croacia, y luego Bosnia. Nosotros, los alemanes, hemos reconquistado la unidad gracias al derecho de autodeterminación de los pueblos y no podemos considerar que el derecho de los demás sea inferior al nuestro. En todo caso, más allá de las opiniones políticas, que pueden ser divergentes, hoy se equivoca quien crea que puede resolver un conflicto político con las armas. La paz sólo puede basarse en el respeto del derecho de los pueblos, en los derechos humanos, en los de las minorías. La ONU deberá hallar fuerzas para defender eficazmente este nuevo orden mundial de derecho por medio de sanciones, como se acaba de hacer ahora en el caso de Serbia. Se acabó el tiempo en que unos pueblos decidían por otros. De ahora en adelante, cada pueblo tendrá derecho a decidir sobre su propio destino.

P. ¿Por qué entonces hasta ahora se le ha negado este derecho a Macedonia?

R. Aquí hay que arreglar arttes un asunto de límites. Nosotros decimos: las fronteras no se tocan, y lo hemos demostrado reconociendo inmediatamente las fronteras con Polonia, en cuanto Alemania se unificó.

P. ¿Habla usted de fronteras interiores o exteriores?

R. Las fronteras se convierten en exteriores en el momento en que los pueblos hacen uso del .derecho de autodeterminación.

P. ¿Lo mismo podría ser válido, por ejemplo, para Crimea?

R. No, porque no se puede comparar la situación de la ex URSS con la de Yugoslavia. Allí, todos los pueblos han reconocido el derecho de los demás a tomar su propio camino y a declararse independientes, mientras que los dirigentes yugoslavos han hecho exactamente lo contrario, tratando de impedir lo que podría haberse acordado previamente sin tener que llegar al drama al que asistimos hoy.

La Repubblica / EL PAÍS. Traducción: Carlos Caranci.

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