FERIA DE SAN ISIDRO

La cañada de Ventas

Las mulillas siguen atravesando Madrid como hace 47 años

JUAN MORA Cada tarde de feria, a las cuatro en punto, Juan Anchuelo abre las puertas de la cuadra que el Ayuntamiento tiene al lado del Puente de los Franceses. Saca las mulas y atraviesa todo Madrid camino de Las Ventas, como si de una cañada se tratase. Para él siempre lo fue. Porque lleva 47 años haciéndolo.

"En Madrid, la tradición que queda es que las mulillas vayan a la plaza andando. Si me dijeran de traerlas en camión o que se quedaran en la plaza diría que no. Este recorrido es mi. vida", dice Anchuelo.Aunque el itinerario ha ido variando. Primero venían desde Anchuelo, a 43 ki...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

JUAN MORA Cada tarde de feria, a las cuatro en punto, Juan Anchuelo abre las puertas de la cuadra que el Ayuntamiento tiene al lado del Puente de los Franceses. Saca las mulas y atraviesa todo Madrid camino de Las Ventas, como si de una cañada se tratase. Para él siempre lo fue. Porque lleva 47 años haciéndolo.

Más información

"En Madrid, la tradición que queda es que las mulillas vayan a la plaza andando. Si me dijeran de traerlas en camión o que se quedaran en la plaza diría que no. Este recorrido es mi. vida", dice Anchuelo.Aunque el itinerario ha ido variando. Primero venían desde Anchuelo, a 43 kilómetros de Madrid, luego desde San Martín de la Vega, ya más cerca, después desde la Casa de Campo y ahora, desde el Puente de los Franceses.

El recorrido actual es de 7,5 kilómetros, que las mulas hacen en hora y media. "A veces menos", dice Anchuelo, "depende de los coches que haya en doble fila, que son los entorpecen la marcha".

Ha habido veces que un guardia le ha pedido los permisos para cabalgar por la ciudad. Y Juan Anchuelo le dice que pregunte al alcalde, que no le puede enseñar ningún papel porque todo es de palabra. Y sigue su camino sin más demora porque él tiene que estar en la plaza, sin falta, hora y media antes de la corrida.

Recuerda Juan Anchuelo que todo empezó porque su padre traía desde el pueblo, del mismo nombre que su apellido, paja para la plaza y le pidieron que, de paso y por 310 pesetas, hiciera el arrastre con las mulas. Luego se quedó con la contrata de limpiezas en Madrid, que se hacía con mulas, y ahí empezó su relación con el ayuntamiento para que le dejara unas cuadras donde guardarlas.

Ahora ya es toda una institución por donde pasa. Su paso marca la hora sin necesidad de mirar el rejoj: las cuatro y cuarto al atravesar Princesa, las cuatro y media en Bilbao, casi las cinco en Colón, un cuarto de hora después Alcalá y a las cinco y media en punto Ventas. Y así 47 años.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En