La arena que llama

Un día, el coreógrafo Vicente Sáez (Elche, 1962) se fue al desierto y volvió traspuesto, con la cabeza llena de un color siena claro y los ojos cubiertos de una arenilla molesta y punzante: era la llamada de las arenas que definitivamente le habían robado el corazón. Allí, encontró elementos y espacios que se avenían de maravilla con su estética anterior, seca, lineal, diseñada con rigor espacial en un vacío rellenado con la dinámica. Uadi es de lo mejor que se ha visto en esta temporada en Madrid. Su lenguaje está estructurado a base de evoluciones fijadas en la lectura coreográfica po...

Un día, el coreógrafo Vicente Sáez (Elche, 1962) se fue al desierto y volvió traspuesto, con la cabeza llena de un color siena claro y los ojos cubiertos de una arenilla molesta y punzante: era la llamada de las arenas que definitivamente le habían robado el corazón. Allí, encontró elementos y espacios que se avenían de maravilla con su estética anterior, seca, lineal, diseñada con rigor espacial en un vacío rellenado con la dinámica. Uadi es de lo mejor que se ha visto en esta temporada en Madrid. Su lenguaje está estructurado a base de evoluciones fijadas en la lectura coreográfica por complejas cuentas numéricas que comprometen a los bailarines en una danza pareja, de coro en una sola nota. Salvo raros momentos, para Vicente Sáez sólo existe el grupo, a lo sumo la pareja. Todo esto está dicho en un código cuya motivación formal es la espiral y una constante pendulación de los brazos a la manera de la ventisca del Sahara. Sáez no respeta la convención del espectáculo en cuanto a ritmo.