Crítica:TEATRO

Otra cosa

El teatro como cine: aparece casi al mismo tiempo que el cine mismo, y en Estados Unidos, y parece un error: dar la batalla a lo que se define como enemigo, o heredero en vida, y llevar la lucha al terreno del otro, en el que el contrario dispone de todo. Parece tonto decir que un director de cine, Manuel Gutiérrez Aragón, se entrega a ese desafío, ya probado como imposible, pero así es; y sufre de los problemas conocidos. El teatro no tiene hoy más defensa que sus propias virtudes antiguas; y se están perdiendo. Morirás de otra cosa es una novela itinerante, a la que además de esta fac...

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El teatro como cine: aparece casi al mismo tiempo que el cine mismo, y en Estados Unidos, y parece un error: dar la batalla a lo que se define como enemigo, o heredero en vida, y llevar la lucha al terreno del otro, en el que el contrario dispone de todo. Parece tonto decir que un director de cine, Manuel Gutiérrez Aragón, se entrega a ese desafío, ya probado como imposible, pero así es; y sufre de los problemas conocidos. El teatro no tiene hoy más defensa que sus propias virtudes antiguas; y se están perdiendo. Morirás de otra cosa es una novela itinerante, a la que además de esta facilidad crítica de percibir una técnica ajena se pueden sumar otras: la tentación kafkiana -el hombrecillo envuelto de pronto en unos sucesos reales pero fantásticos en su propia realidad que le llevan a una muerte no calculada-; por tanto, la del descenso a los infiernos, ya en la literatura itinerante o dantesca -el paseo por un Madrid de tres noches inseguras y amenazadoras-; la descripción de la nueva picaresca de la navaja, la droga, la policía entre el mal y el bien. Demasiadas cosas.

Morirás de otra cosa

De Manuel Gutiérrez Aragón.Intérpretes: Emilio Fontán, Manuel Millán, Roberto Cairo, Raquel Sánchez, Ione Irazábal, Eusebio Poncela, Cristina Marcos, Marcelo Rubio, Santiago Acera, Aurora Montero, Celia Bermejo, Margarita Lascolti, Miguel Olmo, Julio César Acera, Valentín Gascón, Santiago Ramos, Juan Antonio Gálvez, Francisco Merino, Ramón Serrada, Nacho Novo, Felipe Vélez, Said Boussou, Said Oughassal, Edward H. Brown, Ion Garaialde, Nuria Gallardo, Kino Pueyo, Paco Plaza, Carlos Rivas, Rafael Rojas, Francisco Olmo, José Carlos Gómez, Aristeo Rubio, Aurora Bautista y Mariví Bilbao Goyoaga. Escenografía: Christoph Schubier y Thomas Bricci. Música: Mariano Díaz. Dirección: Manuel Gutiérrez Aragón. Colaboración de] Consorcio Madrid Capital Cultural. Teatro María Guerrero. Madrid, 24 de abril.

Autor-director

Se piensa en la novela escrita -el género que debe Gutiérrez Aragón, que es muy buen escritor-, con un estilo y una situación de los sucesos personajes; o en la película que podía haber hecho este autor-director con algunas de las escenas apuntadas aquí: el robo en la oscuridad del gran almacén, o la muerte en el cementerio de Carabanchel. Siempre pensé que imaginar de qué otra manera se podría hacer lo que uno está viendo es una mala posición de espectador, y peor de crítico: el hecho artístico está delante, y es como es; suporponerle la facilidad de pensarlo de otra forma, con la impunidad que da esta creación imaginaria frente a la dificultad de la material, es poco decente. Pero creo, y lo ratifico ante esta obra, que hay una culpa en la creación; si nos deja pensar en otra cosa es que no tiene la fuerza necesaria para convencernos de que es la única manera posible de resolver el enigma que plantea: o, por lo menos, no dejarnos pensar en otra cosa. Este atractivo artístico no lo tiene la obra.

El maestro de misterios que es Manuel Gutiérrez Aragón no los invoca suficientemente en esta ocasión, en la corporeidad del cine, donde chirrían demasiado los decorados móviles y a veces gigantescos con los que se pretende el paso de las secuencias; ni el personaje tiene el estremecimiento de lo que le está pasando, aunque sea Eusebio Poncela, y aunque esté rodeado de presencias con las de Santiago Ramos, Francisco Merino, Nuria Gallardo o Aurora Bautista, por no citar más que los nombres más admirados de un reparto extensísimo.

Pierde el teatro

La demostración de que novela, cine, teatro o serie dramática de televisión se pueden hacer con el mismo material, que es algo en lo que coincidimos Manuel Gutiérrez Aragón y yo, sigue viva: pero no gana en este desafío. Pierde el teatro. Queda demasiado patente, o provoca demasiado la comparación, su tosquedad técnica, su tempo distinto, su poca mecánica, su escasa luz: aunque todo se haga con abundancia de medios; incluso con exceso. Quizá al público del estreno de Morirás de otra cosa, en el Centro Dramático Nacional, le llegó esta inevitable frialdad escénica, aunque no renegara de entregar los aplausos que merecen la trascendencia de una figura como la del autor-director y la de quienes le acompañan en esta aventura.

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