Crítica:

Un Shostakóvich próximo a 'La nariz'

Orquesta Nacional de EspañaDirector: Aldo Ceccato. Solista: D. Soffel. Obras de Schubert, Mahler y Shostakóvich. Auditorio Nacional, Madrid, 29 de febrero.

Aldo Ceccato, una vez más, preparó con la ONE un programa atractivo y equilibrado: dos sinfonías escritas por sus autores cuando eran veinteañeros -la Quinta de Schubert. y la Primera de Shostakóvich- y en medio, los Kíndertotenlieder, de Mahler, sobre poemas de Ruckert, estrenados en enero de 1905.

Está temporada, los Kindertotenlieder se repiten en diversos programas y, hasta ahoía, a través d...

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Orquesta Nacional de EspañaDirector: Aldo Ceccato. Solista: D. Soffel. Obras de Schubert, Mahler y Shostakóvich. Auditorio Nacional, Madrid, 29 de febrero.

Aldo Ceccato, una vez más, preparó con la ONE un programa atractivo y equilibrado: dos sinfonías escritas por sus autores cuando eran veinteañeros -la Quinta de Schubert. y la Primera de Shostakóvich- y en medio, los Kíndertotenlieder, de Mahler, sobre poemas de Ruckert, estrenados en enero de 1905.

Está temporada, los Kindertotenlieder se repiten en diversos programas y, hasta ahoía, a través de buenas versiones. Lo fue la de la contralto americana Doris Soffel, que posee una voz grande, potente y muy iluminada. En conjunto, tanto por parte de la solista como del maestro, se siguió , más la letra que el espíritu, y sólo en-el último y extraordinario lied (In diessem Wetter) vivimos el clima poético y expectante, los acentos íntimosy meditativos que cualifican la- serie. Con todo, la Soffel y sus colaboradores se ganaron muy justamente largas ovaciones.

La Quinta sinfonía de Schubert, en si bemol (1816), nos presenta la sensibilidad característica del músico austriaco cuando inicia el camino que ha de conducirle a las dos últimas sinfonías, la Incompleta, en si menor, y la Grande, en do mayor. Mas la sustancia siempre es la misma, por más que, desde un punto de vista formal, en la Quinta Schubert se mantenga dentro del clasicismo vienés. No es de extrañar. Haydn ha muerto siete años antes y Beethoven desaparecerá 11 años después. Esta música "que se puede quebrar de sutil" también puede resultar mortecina si no se le da cuanto de vivo encierra. Algo de ello sucedió ahora, dentro de una exposición general sobria y pulida.

Quizá hubo que dedicar la mayor parte de los ensayos a la Primera sinfonía de Shostakóvich, terminada en 1926 y más próxima a la ópera La nariz que al sentimentalismo de Chaikovsk¡, el formalismo de Glazunov o el melodismo y la ironía de Prokófiev, a pesar de que con éste Shostakóvich muestra no pocos puntos concomitantes.

Sorprendió esta sinfonía al mundo y accedió inmediatamente a los atriles de las grandes batutas. La individualidad instrumental, las relaciones motívicas constantes, el carácter gestual de las ideas y los procedimientos, todo cuanto sucede en esta sinfonía nos habla de un talento musical fuertemente original en un mundo, como el de los años veinte, cualificado por una suma interminable de inquisiciones, búsquedas y originalidades.

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