Crítica:FLAMENCO

En memoria de Juan Talega

Una reunión flamenca sin espectacularidad, pero con la intención de que en cierto modo fuera una evocación del arte jondo que vivió Juan Talega en su tiempo, puso fin a la semana de estudios y homenaje que se ha celebrado con motivo del centenario de este cantaor gitano.El cante discurrió por esos cauces. Un Miguel Vargas digno y sobrio hizo con autoridad la soleá de Alcalá, una obra patrimonio exclusivo de la famifia de Talega. También la siguiriya, y en gracia a ser vísperas navideñas una flamenquísima versión de Los campanilleros.

José de la Tomasa, perteneciente a otra...

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Una reunión flamenca sin espectacularidad, pero con la intención de que en cierto modo fuera una evocación del arte jondo que vivió Juan Talega en su tiempo, puso fin a la semana de estudios y homenaje que se ha celebrado con motivo del centenario de este cantaor gitano.El cante discurrió por esos cauces. Un Miguel Vargas digno y sobrio hizo con autoridad la soleá de Alcalá, una obra patrimonio exclusivo de la famifia de Talega. También la siguiriya, y en gracia a ser vísperas navideñas una flamenquísima versión de Los campanilleros.

José de la Tomasa, perteneciente a otra gran familia del cante gitano-andaluz -la de los Torre-, se empleó en una línea más brillante, con gran alarde de facultades. Lo contrario de Inés Bacán, hermana de Pedro, que hace sus primeras armas en actuaciones públicas con el cante de su casa, austero, incluso un tanto monocorde, pero de una jondura y autenticidad absolutas. Inés Bacán demostró que todavía en algunas familias gitanas se hace un cante de otros tiempos, de muchos quilates, aunque tenga poco que ver con el de los profesionales.

Centenario de Juan Talega

Cante: Miguel Vargas, José de la Tomasa, Inés Bacán. Toque: Pedro Bacán, Pedro Peña. Baile: Familia Fernández y Concha Vargas. Dos Hermanas (Sevilla), 13 de diciembre.

El baile y la fiesta tuvieron cumplida representación en la Familia Fernández, trianeros que elevan sus antecedentes flamencos nada menos que a los Cagancho, y Concha Vargas. Arte genuino, puro, en que el alma gitana se expresa con formidable verdad. Todos oficiaron entregados a este arte que afortunadamente sobrevive a todos los avatares del tiempo actual.

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