Crítica:CLÁSICA

Malas versiones y voces nuevas

Era muy atractiva la llamada de la violinista Christiane Edinger, que, con la Orquesta Nacional, dirigida por el chileno Juan Pablo Izquierdo, interpretaba el viernes el Concierto para violín de Rodolfo Halffter, escrito en México para Samuel Dushkin y estrenado, bajo la dirección de Carlos Chaves, en junio de 1942.Obra muy bella, practica, de fronteras afuera, lo que de fronteras adentro Joaquín Rodrigo denominó neocasticismo, aunque sin abandonar ciertas características del pensamiento y el lenguaje halffterianos. Si la Edinger tocó bien, en general, aunque con momentos más débiles, c...

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Era muy atractiva la llamada de la violinista Christiane Edinger, que, con la Orquesta Nacional, dirigida por el chileno Juan Pablo Izquierdo, interpretaba el viernes el Concierto para violín de Rodolfo Halffter, escrito en México para Samuel Dushkin y estrenado, bajo la dirección de Carlos Chaves, en junio de 1942.Obra muy bella, practica, de fronteras afuera, lo que de fronteras adentro Joaquín Rodrigo denominó neocasticismo, aunque sin abandonar ciertas características del pensamiento y el lenguaje halffterianos. Si la Edinger tocó bien, en general, aunque con momentos más débiles, como la entrada cadencial, la colaboración del director y la orquesta no fue digna de la primera formación sinfónica de España.

Orquesta Nacional de España

Solista: Ch. Edinger, violinista. Director: J. P. Izquierdo. Obras de Bartok, R. Halffter y Mahler.Recital voces nuevas M. Arruabarrena, mezzo, y E. Viana, tenor. Pianista: J. A. Alvarez Parejo. Arias y dilos de ópera. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de diciembre.

En el primer tiempo no hubo manera de que todos coincidieran en las entradas, ni que ajustaran el ritmo, que tampoco es tan raro, pues se basa en la conocida amalgama de lo binario y lo ternario. Probablemente es la peor versión de la estupenda partitura de Rodolfo Halffter que hemos escuchado en Madrid, con lo que el recuerdo al músico, que, en unión de su hermano Ernesto, tiene dedicada una plaza ante el Auditorio Nacional, no alcanzó la debida dignidad. Antes, las Danzas rumanas de Bartok sonaron más precisas pero tampoco quedarán especialmente en el recuerdo.

Voz hermosa

Mientras en la sala grande el director invitado y la ONE se entregaban a los titanismos de la primera sinfonía de Mahler, en la sala pequeña, Sintel presentaba dos voces nuevas con acompañamiento, excelente como siempre, del pianista Juan Antonio Alvarez Parejo. Se trata de la donostiarra Malte Arruabarrena, que posee una voz hermosa de mezzo de coloratura, densa, expresiva, plena de mordente y hasta espectacular. Cantó muy bien fragmentos de Bellini, Rossini y Meyerber y, en unión de la otra voz nueva, el tenor Enrique Viana, el dúo Ah va t'invola de La Favorita.Viana, madrileño, tiene ahora 29 años y posee una virtud: sus agudos, tan fáciles como rara veces se escuchan. Por contra, mantiene un permanente trémolo que por exagerado llega a dañar la capacidad expresiva y hasta la misma afinación de sus versiones. Quizá con trabajo puede desaparecer o disminuir; en todo caso, dadas sus condiciones, merece la pena que lo intente. Un público entusiasta aplaudió a los jóvenes cantantes, que debieron conceder obras fuera de programa. En resumen, fue un éxito de la iniciativa lírica iniciada el año pasado por la citada entidad.

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