Tribuna:EL DÍA DEL BICENTENARIO

Enigmas y mentiras hermosas

Un réquiem encargado en circunstancias misteriosas por un hombre "alto y delgado, con sombrero y traje gris", un compositor que teme estar siendo envenenado y que le dice a su esposa que tiene la sensación de estar componiendo su propia misa de difuntos. El compositor muere sin terminar la obra. Años después se revaloriza la figura del músico. Muchos años más tarde, otro compositor, que había sido su rival, niega los rumores que le acusan de haber envenenado a su enemigo. Un mes más tarde, sin embargo, en aparente estado de demencia senil, confiesa haber cometido el asesinato. Hasta el más med...

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Un réquiem encargado en circunstancias misteriosas por un hombre "alto y delgado, con sombrero y traje gris", un compositor que teme estar siendo envenenado y que le dice a su esposa que tiene la sensación de estar componiendo su propia misa de difuntos. El compositor muere sin terminar la obra. Años después se revaloriza la figura del músico. Muchos años más tarde, otro compositor, que había sido su rival, niega los rumores que le acusan de haber envenenado a su enemigo. Un mes más tarde, sin embargo, en aparente estado de demencia senil, confiesa haber cometido el asesinato. Hasta el más mediocre de los guionistas sacaría una buena historia de este material. La situación estaba servida para que el Réquiem en re menor K. 626 y la muerte de Mozart entraran en la leyenda.Cuando, después de su muerte, Mozart fue unánimemente valorado como compositor, empezaron a surgir biografías escritas a menudo por admiradores tan bien intencionados como mal informados. Las biografías empezaron a copiarse y la desbocada imaginación romántica hizo el resto; el resultado es una verdadera leyenda. La confusión llega hasta el siglo XX. Cuando parecía que debido al trabajo casi detectivesco de los historiadores las cosas empezaban por fin a aclararse, una famosa película, Amadeus, las vuelve a complicar.

Hoy se sabe que el misterioso mensajero del más allá que en el verano de 1791 encargó el Réquiem era Johann Nepomuk Sortschan, abogado al servicio del conde Franz von Walsegg-Stuppach. Es verdad que pagó por adelantado y sin protestar y que se negó a decir quién hacía el encargo. El misterioso enviado tenía sus razones para mostrarse reservado: el conde Walsegg-Stuppach, un gran aficionado a la música, había perdido a su esposa y quería honrar su memoria con la interpretación de un réquiem que haría pasar por obra suya. Mozart empeora y da instrucciones a su discípulo Franz Xaver Süssmayr sobre cómo se debe completar la obra.

La principal fuente para el conocimiento de lo que ocurrió en los últimos días de vida de Mozart proviene del relato-carta que el 7 de abril de 1825, en pleno romanticismo, a 34 años de distancia de los hechos, redacta Sophie, la hermana menor de la esposa del compositor, dirigida a Georg Nikolaus von Nissen, uno de los primeros biógrafos de Mozart, quien, para complicar más las cosas, era el segundo marido de Konstanze, la esposa de Mozart, y que es acusado por algunos historiadores de haber destruido documentos fundamentales.

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