Crítica:TEATRO

Consejos mutuos

Jesús Puente se despide del teatro: será mejor recordado por sus excelentes interpretaciones anteriores -la última, el maravilloso Alcalde de Zalamea que le dirigió José Luis Alonso-, por el conjunto de una gran carrera, que por este monólogo. Este monólogo es una especie de autocrítica o examen de conciencia ante un Dios-ordenador que habla con la propia voz del que muere. Puente ha grabado la otra voz propia y se responde, dando así un matiz especial al monólogo. También hay una pianista, que debe ser el reflejo, o la clonación -es el lenguaje que se usa en la pieza-, de una mujer a l...

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Jesús Puente se despide del teatro: será mejor recordado por sus excelentes interpretaciones anteriores -la última, el maravilloso Alcalde de Zalamea que le dirigió José Luis Alonso-, por el conjunto de una gran carrera, que por este monólogo. Este monólogo es una especie de autocrítica o examen de conciencia ante un Dios-ordenador que habla con la propia voz del que muere. Puente ha grabado la otra voz propia y se responde, dando así un matiz especial al monólogo. También hay una pianista, que debe ser el reflejo, o la clonación -es el lenguaje que se usa en la pieza-, de una mujer a la que amó: no habla, pero escucha, y probablemente Victoria Pérez, que responde a la idea que se expresa con la palabra monísima, ayudaría más si interpretase un poco en lugar de mantener una facies inmóvil como la de Buster Keaton. La parte principal es un texto que requiere el atropello verbal, la velocidad excesiva, que produce la falsa sensación de que el actor es un discípulo de Fraga, devorador de sílabas. El texto es de lugares comunes y recursos fáciles a elementos de la mitología de culturilla elemental. Como la idea misma: una especie de psicoanálisis -aunque el autor reniegue de la palabra- o de autoanálisis de por qué este personaje ha llegado al triunfo económico, material: a costa del amor o de la ternura. Una mujer -sosias de la pianista- le abandonó por ese materialismo, y murió; el hijo que tuvo de su mujer heredó el buen estilo de ella, y se suicidó. Final al que llega el monologuista cuando comprende su supuesto error en la vida. O sea, un consejo moral al espectador: despreciemos el dinero si es a costa de la crueldad y mantengamos la esperanza en otras cosas: en el amor a los demás.Entre mis esperanzas de ahora está la de que Jesús Puente se vuelva atrás de su despedida del teatro y siga siendo el gran actor de siempre. Hace mucha falta. Siguiendo la moraleja de la obra, no tiene por qué envolverse en el dinero más fácil y sí mostrar su amor al teatro, que le corresponde. Esta libertad que me tomo de dar consejos es reciprocidad por la que se toman el autor, el director y el actor en dármelos a mí desde el escenario.

El hombre del Taj Mahal

Santiago Moncada. Intérprete: Jesús Puente. Dirección: Gerardo Malla. Teatro Marquina. 10 de mayo.

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