LA LIDIA / SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES

Toda la verdad

El veterano Pedrín Benjumea se la Jugó en el cuarto, en el que alumbró toda la verdad y vergüenza que puede echarse en esta profesión. No hubo en su faena de muleta el prodigio, del arte ni la ortodoxia, pero sí sentido dominador, riesgo y emoción, algo casi desconocido en estos tiempos.

Benjumea no quería irse sin algún trofeo. Pero el aire, que sopló con tremenda fuerza y descubrió continuamente a los coletudos, le impedía el reposo necesario. Benjumea echó por la calle de en medio y, aunque recurriese a los pases mirando al tendido, allí había emoción y temple. Los pitones le ro...

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El veterano Pedrín Benjumea se la Jugó en el cuarto, en el que alumbró toda la verdad y vergüenza que puede echarse en esta profesión. No hubo en su faena de muleta el prodigio, del arte ni la ortodoxia, pero sí sentido dominador, riesgo y emoción, algo casi desconocido en estos tiempos.

Benjumea no quería irse sin algún trofeo. Pero el aire, que sopló con tremenda fuerza y descubrió continuamente a los coletudos, le impedía el reposo necesario. Benjumea echó por la calle de en medio y, aunque recurriese a los pases mirando al tendido, allí había emoción y temple. Los pitones le rozaban la faja, pero seguían hasta el final del viaje que le marcaba la pañosa, con un diestro que había clavado los pies en la arena y no estaba dispuesto a rectificar ni un ápice. Pero falló a espadas, como en el áspero primero, con el que necesitó hasta 15 golpes de verduguillo, y el premio quedó en una aclamada vuelta al ruedo.

Tabernero / Benjumea, Morenito, Reyes

Toros de María Lourdes Pérez Tabarnero, bien presentados, correoso con genio, y 6º de Alipio Pérez Tabernero, terciado y manso. Pedrín Benjumea: aviso y silencio; aviso y vuelta. Morenito de Jaén: dos avisos y palmas; vuelta. José Luis de los Reyes: aviso y silencio; silencio. 23 de marzo Plaza de San Sebastián de los Reyes.

Con pocos festejos y el vendaval serrano, el local José Luis de los Reyes se enfrentó a un bicorne geniudo, el tercero, echándole bemoles aunque se mostrase pinchauvas. La cáncana que salió el sexto era un maulón y el diestro no pudo brillar. Otro diestro poco placeado, Morenito de Jaén, desaprovechó al morlaco quinto, que no era paradigma de la bravura, pero merecía más que un toreo trompo y a la remanguillé. En el segundo cumplió con bizarría, aunque también lo mató a la última.

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